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DE MADRID A NAPOLES.

Dichosamente, allí hay siempre góndolas.

Llamé una; entré en ella, y pasé bajo el Puente de los Suspiros, cuya belleza arquitectónica (dicho sea entre paréntesis) excede á toda ponderacion , y al cual ha llamado no recuerdo qué poeta : un sarcófago colgado sobre el mar.

Me parecía que acababa de despertar de una horrible pesadilla .

VI.
IGLESIAS Y PALACIOS. — TICIANO. — CANOVA. — DOS NOCHES DE TEATRO. — ESCURSION Á LAS ISLAS. — ADIÓS Á VENECIA.
Venecia 18 de noviembre.

Llevo quince dias en Venecia. — Durante ellos, he visto más de una vez toda la Ciudad, todos sus Templos, todos sus Palacios, todas sus maravillas de Pintura y Escultura, los Teatros que están abiertos, los Paseos, las Islas (que son como arrabales de la capital), las Bibliotecas, los Museos, las Academias, todo!

Al mismo tiempo me he divertido mucho; he hecho la antigua vida veneciana; he abusado de la góndola; he penetrado en el fondo de las costumbres de este singularísimo pueblo; he plagiado á lord Byron; he visto la Ciudad de San Marcos á la luz de los dos crepúsculos, en las sombras de la noche, despierta y dormida, solo y acompañado.

Hoy hace frío. La Laguna está muy alborotada. El tiempo amenaza lluvia... — Decididamente, me marcho de Venecia.

Mucho me duele separarme de la ciudad de mis sueños... ¡y tal vez para siempre! — Pero-, ;qué he de hacer? — Me he quedado solo: Sir Arturo partió hace tres dias para Grecia, y el prusiano se marchó también anoche. Además: yo no habia de permanecer aquí toda la vida... Partiré, pues, cumpliendo con mi destino de caminante, que es amar las cosas y perderlas.

Para consolarme, pienso en Florencia , en la ciudad de las flores y las artes, donde estaré dentro de cuatro ó seis dias; en Pisa, donde el invierno es tan dulce; en Sienna la monumental, que me abrirá el camino de Roma... — ¡Oh! sí..., partamos.

Pero no lo haré ciertamente sin ordenar antes mis recuerdos y compaginar mis apuntes acerca de las cosas más notables que he visto estos dias en Venecia.

Empecemos por los Templos.

A la caida de la República, es decir, hace sesenta y tantos años, encerraba esta ciudad más de doscientas Iglesias abiertas al culto. Hoy no pasan de sesenta. Las restantes fueron destruidas ó destinadas á usos pro-