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DE MADRID A NAPOLES.

Italia. ¿Tendrian ustedes la bondad de decirme qué ha sucedido en el Garegliano?

La pregunta de sir Arturo fué perfectamente recibida.

En Venecia, inglés es sinónimo de liberal, de amigo de San Márcos, le enemigo de Antonelli, de protector de Gariballi.—La extratagema de Maursala está muy reciente.

Sono inglesi, exclamaron los venecianos, despejando el ceño.

Y mirándonos con afabilidad, respondieron á la pregunta de nuestro amigo:

—Las tropas italianas han ganado la batalla del Garegliano. Cápua y Mola di Gaeta están en poder del rey Galantuomo. El ejército borbónico ha sido aniquilado, y sus restos se han visto en la precision de encerrarse en Gaeta con Francisco 11. El asunto de Nápoles puede darse por conCluido. Vea usted los despachos telegráficos.

¡Qué imbecilidad tan ridícula la de todos los opresores! ¡Qué nécia <candidez la del gobierno austriaco! —¡Ayer pone en sus periódicos que Francisco 1 ha derrotado á los piamonteses, y hoy deja circular por Venecia los periódicos de París y Lóndres en que se afirma lo contrario!—Bien es verdad que poco hubiera adelantado con recogerlos. En Venecia entran todos los dias tres largos trenes de viajeros, procedentes de Milan y Turin, y por estos se hubiera descubierto la mentira.—Pero entonces, ¿á qué llenar de grotescas falsedades los periódicos destinados á promulgar las leyes? —¡Qué feo, qué dificil y qué deslucido es el papel de tirano!

Pero basta por hoy de política.

El Café Florian tiene un renombre europeo y es el más lindo que conozco. Más que un café, parece el tocador de una reina, adornado en un estilo medio Médicis, medio Luis XIV. Sus habitaciones son muy pequeñas y están decoradas con tanto lujo como primor artístico. Las puertas, los sillones, la vajilla, todo respira en él una ortodoxia estética (per dóneseme la frase) que no se encontraria ni en un gabinete dibujado por Rafael. Las paredes, en vez de estar cubiertas de papel ó estuco, se hallan pintadas al fresco y revestidas luego de espaciosos cristales. Unas estatuitas doradas, del mejor gusto, sostienen las luces de gas en lámparas pompeyanas. Muelles divanes de terciopelo azul ó rojo dan la vuelta á cada aposento. Las mesas, de mármol de Carrara, son sumamente ch¡Las y se apoyan en una sola columna, de forma bizantina, labrada tam-= bien en mármol. Las vidrieras, los aparadores, el mostrador, los más in= significantes enseres del servicio son verdaderas preciosidades dignas de atencion y estudio. Para decirlo de una vez: el café Florian es propio de la Plaza de San Márcos, como la Plaza de San Márcos merece ser, cual es, la sala principal de Venecia.

El Café Florian, y algunos otros, permanecen abiertos toda la noche segun práctica inmemorial.

En cuanto al café Cuadri, en el cual entrábamos algunos momentos