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DE MADRID A NAPOLES.

rada góndola á unas lujosas andas y era paseado por delante del Palacio Ducal, esparciendo puñados de plata y oro entre la apiñada muchedumbre, mientras que la campana de San Márcos anunciaba solemnemente la proclamacion!—¡Cuántas otras viéronse cubiertas estas aguas de iluminadas góndolas, en las alegres noches del Carnaval, y millares de máscaras, agitadas por el amor, por la intriga ó por la sed de sangre, inundaban la Piazzetta, á la luz de los vasos de colores que festoneaban los palacios, mientras que el Consejo de los Diez aprovechaba los misterios del disfraz para ejercer su terrible espionaje; para prender ó asesinar á los nobles, ó para fingir motines que justificasen otros bárbaros atentados! ¡Y cuántos reos dle delitos políticos, que diríamos hoy, han amanecido colgados de esas altas columas que sostienen á los Patronos de la ciudad!...

El golpe de la ferrada proa, chocando contra la escalinata del muelle de la Piazsetta, me sacó de estas cavilaciones.

Habíamos llegado.

Eran las dos menos cuarto de la tarde.

La Piazzetta estaba solitaria,—salvos los centinelas.

En el pórtico ó soportal del Palacio de los Dux, cerrado con una ver= ja de hierro, conté hasta seis cañones, que apuntaban á la Plaza de San Márcos, como amenazando con destruir su hermosura, de que tan orgu= losos están los venecianos...

¡Qué insolente amenaza! ¡Qué alarde de violencia y tiranía!

La Plaza de San Marcos es un vasto é imperfecto cuadrilongo formado por grandiosos y regulares edificios, unidos con elegantes pórticos.

En verdad, aquel sitio, más que una Plaza, parece el patio interior de un palacio enorme.

En el lado oriental, elévase aislada la Basilica de San Márcos, ocupando todo un frente.

Los lados de Poniente y Mediodía pertenecen al Palacio Real, residencia del gobierno austriaco.

Al Norte están le Procuratie Vecchie, en que ántes moraban los procuradores de San Márcos, y hoy propiedad de varios particulares.

En un ángulo de la Plaza se levanta la Torre del Reló, y hácia la parte por donde nosotros entramos, hállase el Campanile, que ya hemos descrito, al que sirve de pedestal un edificio precioso, llamado la Loggia.

Esta Loggia, revestida de ricos mármoles, adornada con estátuas y bajo-relieves, ceñida por una hermosa balaustrada, y decorada además con magnificas puertas de bronce, es una de las primeras preciosidades artísticas de Venecia.

Allí se reunian antiguamente los nobles á murmurar ó á conspirar.— Luégo fue cuerpo de guardia.—Hoy... yo no sé lo que es.

Delante de la Basilica, álzamse aquellos tres colosales Mústiles que