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DE MADRID A NAPOLES.

Tornamos á caminar.

El terreno baja progresivamente... Algunos canales se dirigen hacia Levante... A lo lejos se abre un horizonte profundo...

Nos acercamos al Adriático.

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Al ocultarse el sol, pasamos el melancólico Brenta, cuyas aguas van á alimentar la fatal laguna.

Sucédense los pantanos; escasean las tierras cultivadas; ya no se ve humana vivienda por ninguna parte...

Los tristes resplandores del crepúsculo se pierden en la monótona soledad...

Ya respiramos el ambiente marino...

Acércase la noche...

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Mestre es la última estación de tierra firme... En la pequeña ciudad que lleva este nombre, empiezan ya á encen der el alumbrado...

Es noche completa.

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Al salir de Mestre, pasamos al lado de algunos Fuertes.

Luego vemos blanquear el terreno á derecha é izquierda del camino..

— ¿Qué es eso que blanquea? pregunto á un compañero de viaje.

— Es agua... me responde.

En efecto, aquello es agua... alumbrada tenuemente por la luna.

Hemos entrado en el magnifico Viaducto de una legua de largo que une á Venecia con el continente.

En otro tiempo ya habríamos tenido que tomar un barco para llegar al archipiélago que constituye la Ciudad.

Hoy pasa el Ferro-carril por encim.a de las aguas, como el pueblo he breo sobre el Mar Rojo.

Este istmo artificial es una de las obras más atrevidas que existen en Europa.

¡Y qué emoción causa sentirse llevado con tal violencia, ycomopo, arte mágica, sobre la extensión de las olas!—A cualquier parte que se mire, no se ve más que agua; agua sin fin por la izquierda; agua y más agua ala derecha; agua delante y detrás de la locomotora...—Y sin em bargo, esta ruge, y camina, y devora la distancia, arrastrando su formi dable séquito de wagones y reflejando la lumbre del fogón y la luz rojiza de sus linternas en el unido cristal de la plácida laguna.

Entre tanto empiézase á ver surgir del plateado horizonte una fulgente constelación de luces, que forma como un inmenso collar de topacios, cuyos reflejos tiemblan en las olas...

Luego se destacan sobre el estrellado cielo algunas pardas sombras de cúpulas y campanarios...

Después se distinguen yá los cristales de los balcoae?, irradiando, ora