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DE MADRID A NAPOLES.

DE MADRID A NAPOLES.

rar el caos de aquella época en que el sentimiento cristiano buscaba su espresion en la arquitectura lombarda, asimilándose y purificando los corrompidos restos de la antigua forma clásica, adulterados al chocar con el gusto bizantino, y pugnando por fundirlos con el estilo gótico, flore— ciente en Alemania.

Lo más notable que encierra Verona en este género es la Iglesla de San Zenone, fundada por Pepino, restaurada en el siglo X y reedificada, tal como se halla hoy, á mediados del siglo MIL.

Pero es cerca de la una, y á las dos sale el tren para Venecia, á donde legaré esta tarde á las seis. —Aprovechemos esta hora en ver el Anfiteatro-y la Tumba de Julieta, y partamos.


Estoy en la Arena, que, como os he dicho, se halla situada en la Plaza Bra.

Esta plaza constituye el centro de Verona, y se comunica con e Stradone de Porta Nuova, ancha y hemosa calle formada por palacios y jardines.—Adornan la Plaza dos Cuarteles monumentales, uno antiguo (Gran Guardia antica) y otro moderno (Palazzo de la gran Guardia), asi como un bello Teatro, precedido de Pórticos llenos de preciosidades arqueológicas, que hacen de aquel lugar un verdadero museo.

En cuanto al Anfiteatro, en cuyas gradas más eminentes estoy sentado escribiendo estos apuntes (como hace dos dias en la Arena de Milan). £s una impotente y grandiosa construccion que respira aquella magestad cesárea peculiar de las grandes obras de los romanos. Su forma es elíptica, y el gran diámetro no baja de 450 pies. Hasta hoy se han hundido dos pisos, y con ellos todos los palcos, quedando solamente cuarenta y cuatro gradas de mármol blanco en que caben 22,000 personas.

Tan sensible ruina ha provenido de la funesta idea que tuvieron los veroneses, hace algunos siglos, de levantar tiendas y hasta habilitar casas sobre este colosal cimierto,—casas y tiendas que no desaparecieron hasta hace 200 años. Hoy habita todavía alguna gente en los vomitorios y en las galerías bajas; pero sm que le sea permitido á nadie añadir ni quitar una sola piedra á tan augusto monumento.

Dos mil años de fecha cuenta esta obra portentosa, y aún parece recien construida en su mayor parte, causando asombro la solidez y atrevimiento de sus arcos y galerías. Puede, pues, asegurarse que seguirá de pie miles y miles de años, si la barbarie ó un cataclismo no la destruyen, y respétasela tanto por lo que ha visto en veinte siglos de existencia pasada, como por lo que le resta que ver en las edades futuras.

¡Quién sabe cuántos monumentos, cuántos palacios, cuántas ciudades gue hoy se levantan, se borrarán sobre el haz de la tierra antes que acabe de sepultar su frente en el polvo este gigante moribundo!—Para imaginarlo, basta pensar en las cosas que han nacido y han muerto desde que esta dilatada galería recibe la visita diurna del infatigable sol.

lo demás, yo me he complacido varias veces, durante las dos horas