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DE MADRID A NAPOLES.
II.

«REDEUNT SPECTACULA MANE.»—EL PALACIO (GIUSTI.»>—UN PASEO POR VERONA.—OTRO ANFITEATRO.—EL SEPULCRO DE JULIETA.—PASO POR PÁDUA.—VENECIA A LO LEJOS.—LLEGADA A VENECIA.

Verona, 3 de noviembre de 1860.

Son las doce de la mañana; de una mañana hermosa, templada, refulgente, rica de sol y de alegría.

El cielo está azul; el aire sosegado; mi espíritu tranquilo.

La fiebre y sus visiones desaparecieron con la noche y sus tinieblas.

Mc encuentro en los Jardines altos del soberbio Palacio Giusti, que dominan á toda Verona.

El dia está tan claro que distingo desde aquí un horizonte de veinte leguas.—El Adige reluce por todas partes, como una inmesa serpiente de plateadas escamas que se desliza ondulando por la amplísima lanura.— Allá, hácia el Norte, se perciben las ásperas montañas del Tirol.—Por la parte del Sur y Levante, el terreno se inclina suavemente, adivinán— dose ya su muerte en el Adriático.

A mis pies se extiende la Ciudad, coronada de torreones, cúpulas y campanarios, y atravesada por el ancho rio, Cuyo magestuoso curso cor tan Cinco puentes. A mi alrededor se levantan árboles seculares, viejas estatuas, escaleras de mármol que conducen de un jardin á otro, y un Palacio del siglo XIV que pudiera pasar por prision y fortaleza.

Imposible parece que Shakspeare escribiera su gran tragedia sin haber venido á Italia, sin haber estado en Verona, sin haber visto este Palacio.

—En estos jardines, llenos de fúnebres cipreses y rodeados de altos muros, se respira no sé qué romántica tristura semejante á la que domina á todos los personajes de Romeo y Julieta.—El mismo alborozo con que cantan los pájaros, rien las aguas y abren sus cálices las flores, infunde honda melancolía, cual si se adivinase que los encantos del amor y de la belleza han de vivir cautivos y atormentados en este severo recinto.

Mas no creais por esto que el Palacio Giusti tiene relacion alguna con aquel doloroso drama.—La casa de Julieta, al decir de los veroneses, se encontraba situada al otro lado del Adige, sin que se designe el sitio.

—No sucede lo mismo con su sepulero, al cual haremos luégo una visita, —siempre bajo la fe de la tradicion.

Tambien recuerda este Palacio aquellos tiempos de Verona en que reinaba en ella el Can grande de la Scala, jefe del partido gibelino y amigo y protector de Dante.—(Sabido es que los Scala fueron en la historia de Verona lo que los Visconti en la historia de Milan: los verdugos de la ciudad y la gloria y la grandeza del Estado).