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DE MADRID A NAPOLES.

visto obligados á pasar el -Adda...» «Los franceses se hallan sobre el Oglio...» «Los austriacos han abundonado la línea del Mincio...» «Napoleon y Victor Manuel están va sobre el Adige?...o—Pues esto consiste en que el Tessino, el Adda, el Serio, el Oglio, el Mella, el Chiese, el Mincio y el Adige bajan casi paralelunente del Norte á buscar el Po, partiendo en zonas estratégicas la Lombardía y el Veneciado.—Solo el Adige gira hácia Levante antes de legar al Po y entra por sí mismo en el Adriático.)

A puco de pasar el Ada, que es la derivación 6 desugúe del Lago de Como, llegamos á Treviglio, graciosa ciudad de 10,000 habitantes, á cuyas puertas perimanecemos tres minutos.

Desde Treviglio á Bérgamo el ferro-carril deja de dirigirse al Este y sube hácia el Norte hasta llegar al pie de los montes de la Valtelina, hijos de los Alpes tiroleses....

Pero hé aquí Bérgamo, patria del ilustre Dunizzetti, y patria tambien de Arleguin, del bufon clásico de Italia.

Bérgamo es una capital muy importante y muy rica; mas nosotros noS habremos de contentar con verla por fuera, asentada en anfiteatro subre verdes colinas y bañada pur el Serio y por un confluente suyo.—En cambio, podemos solazarnos en contemplar el frondosísimo territorio que se extiende á sus pies, y que es acaso el más feraz y pintoresco que hasta ahora he visto en Italia.—¡Qué inmensos bosques de árboles frutales! ¡Qué numerosos ejércitos de olivos! ¡Cuántas amarillentas viñas! ¡Qué graciosas aldeas! ¡Qué profusión de cristalinas aguas! ¡(Qué perfumado ambiente!!Cuántos ganados en las laderas de los montes! ¡Qué poéticos trajes los de la gente campesina! —¡Y qué zagalas, medio italianas, medio alpestres, con sus cabellos negros y su corpiño rojo, vienen á ofre cer á los viajeros aqua limone, arancia e cedrate!..

Pocos minutos despues de abandonar á Bérgamo, cruzamos el Oglio, que baja del Lago de Isco.

Luézgo pasamos por delante de los alegres pueblecillos de Palazzuolo, Coccaylio y Ospitaletto, señores de algunos valles tapizados de vides, hasta que hacemos alto en frente de la antigua y heróica ciudod de Brescia.

A la vista de sus viejas murallas, recuerdo á Carmagnola, al ¡lustre enemigo de los Visconti, al osado general, al servidor de Venecia, víctima de la fer »z ingratitud del Consejo de los diez...

Y el nombre de Carmaguola me leva naturalmente á pensar en la famosa trajedia de Manzoni, y pone en mis labios aquellos sublimes ver sos con que el gran Condottier, sentenciado á muerte, trata de consolar á su esposa y á su hija:


¡La morte!... li piu crudel nemico altro non puote che accelerarla. —¡Ob! gli uomini non hanno inventata la morte: ella savia vabbiosa, insoportabile:—dal cielo ella ne viene, et ltacompugna il cielo con tal conforto, que ne dar ne torre gli vom ni ponno...