do Napoleón dclla Torre, el cual arrojó ya la máscara; intitulóse Señor de Milán ; oprimió al pueblo ; reinó por el terror, y no reconoció como arzobispo de Milán á Othon Viscond, á pesar de estar nombrado por oí Papa. — Pero este arzobispo era hombre que lo entendía, y en vez de an- darse en discusiones escolásticas , montó á caballo ; empuñó una espada; sublevó la Lombardía ; derrotó en una batalla á Napoleón della Torre', hízole prisionero; entró en Milán triunfalmente; asumió la dirección y mando de lo temporal y lo eterno, y fue origen de aquella dinastía Vis- conti, que había de reinar en el Milanesado carca de dos siglos. — De la historia de esta familia ya hemos adelantado los principales rasgos. Todos sus señores y duques fueron tiranos, fratricidas, parricidas ó algo por el estilo, y pocos de ellos murieron de muerte natural. En cambio dieron muestras de amor á las letras y á las artes, y se les deben grandes monu- mentos. — A los Visconti sucedieron los Sforza en virtud del casamiento de la última heredera de aquella casa con un lamoso caudillo. — Los Sfor:a fueron también déspotas , y casi todos ellos murieron asesinados, dester- rados ó prisioneros. — A fines del siglo XV, Francia los arrojó del trono y se apoderó del Milanesado ; per o Carlos V intervino en el asunto del modo que sabemos, y, habiendo vencido á los franceses en Pavía, repuso en su trono á Francisco Sforza. — Poco tiempo después, y á la muerte de este duque, Milán formó parte de los Estados del Rey de España, en cuya si- tuación permaneció hasta principios del siglo pasado, que fue á poder del Austria, á consecuencia de la Cwuerra de Sucesión.— Lo demás, ya nos lo dijo el cura de Pavía. El Milanesado fue invadido por los ejércitos re- publicanos de Francia en 1796. El tratado de Campo-Formio lo hizo cen- tro de la República Cisalpina. En 1803 formaba parte del reino de Italia, y Napoleón ceñía á su frente la corona de hierro. Los tratados de 1815 entregaron nuevamente á Milán al imperio de Austria, que la puso á la cabeza del reino Lombardo-Véneto, y desde entonces hasta nuestros días sólo registra dos fechas notables: 1848 y 1839. — ¡No puede darse más triste y azarosa historia !
Milán, con ser extensísima, sólo cuenta 200,000 habitantes. — Como hemos dicho, se halla situada en una fértil llanura, levemente inclinada de Norte á Mediodía. — A su izquierda corre un modesto rio — el Otoña — ; pero el riego y la navegación interior de la comarca se hacen por medio de magníficos canales que atraviesan la ciudad en varias direcciones, — ü/íVan es una de las ciudades más ricas, cultas, y manufactureras del continente. Aparte de la sedería, que es acaso su principal industria, cuenta innumerables fábricas de lanería, platería, loza, espejos, instru- mentos de matemáticas y astronomía, y de obras de bronce, marfd, ala- bastro, coral y otras materias. — Su campiña , muy semejante á la de Va- lencia, produce una cuantiosa cosecha de arroz. — El hierro, el mármol y el carbón de piedra constituyen la riqueza de sus montañas. — Los ha- bitantes de la llanura hilan y tejen el algodón en sus casas , pudiendO' decirse que cada hogar de campesino es una pequeña fábrica. — Por lo