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DE MADRID A NAPOLES

su familia, con la que ha pasado un mes. Después ha recorrido la baja Italia. Ahora se dirige otra vez á su casa por Venecia y Viena ; y el l.° de diciembre debe embarcarse en Liverpool para el Nuevo Mundo, donde piensa permanecer aún otros ocho años. — ¡Esto es viajar ; no lo que yo voy haciendo! ¡Ese joven sí que tiene motivos para ponerse melancólico á ratos! — Pero él es aleman.

Al levantarnos de la mesa es ya cosa convenida que haremos juntos el viaje de Milan á Verona (donde yo quiero detenerme un dia), y que luego volveremos á vernos en Venecia...

Conque vamos al teatro.


Preguntando se va á Roma , y preguntando voy yo al Teatro de la Scala.

Al fin lo descubro en una plazoleta formada por la confluencia de seis calles. — Lu luz de la luna ilumina su alta y graciosa fachada. Muchos faroles de gas alumbran el vestíbulo. Lujosos carruajes acuden por todas partes, y de ellos descienden esas huecas , blancas , flotantes, fantásticas visiones , que representan á la dama principal del siglo XIX en toda su vaporosa magestad. Un enjambre de revendedores de localidades y de expendedores del programa de la función, del libreto de la ópera, del argumento del baile y de los periódicos de la noche, obstruye todas las puertas del coliseo. La milicia nacional monta la guardia.

Yo no veo todas estas cosas sin emoción. ¡Ha oído uno hablar tanto -desde niño de este colosal templo de Euterpe! ¡Se han formado aquí tantas reputaciones! ¡Han debutado aquí tantos cantantes que después alcanzaron renombre universal ! ¡Se han estrenado aquí tantas obras maes- tras! — En este teatro presentó Donizetti las partituras manuscritas de Anna Bolena, Lucrezia Borgia y Gemma di Vergi, y esperó temblando, con aquel terror que sólo conocen los autores de obras líricas ó dramáticas, el fallo inapelable del público. Aquí se oyó por primera vez la música de Verdi (Oberto di San Bonifazio). Aquí aparecieron también Ernani, I Due Foscari y Nabuco. Aquí ensayaron y dirigieron sus principales obras Rossini y Bellini, y de aquí fueron llevados en triunfo a sus casas. Aquí, finalmente, recogieron larga cosecha de aplausos la Pasta, la Mali- bran, su hermana Paulina, Tamburini , Morianí, Rubini, Ronconi y tan- tos otros célebres cantantes!

Por lo demás , el Teatro de la Scala fué construido en 1778 por una sociedad particular, y debe el nombre que lleva á la circunstancia de haber sido edificado sobre las ruinas de la iglesia de Santa María de la Scala , erigida por una princesa de la familia de los Scala de Verona, casada por mas señas con Bar nabo Yisconti , duque de Milán, grande amigo de Petrarca y padre de aquel famoso Galeazzo , que tanto nos dio que pensar esta mañana en la Cartuja de Pavía.

Conque vamos adelante. — En el despacho de billetes compro por unos