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DE MADRID A NAPOLES

la creación, del misterioso encanto de esta hora , ha vuelto á dormirse sobre el pescante... — Los mismos caballos trotan jubilosa y acompasadamente, sin que nadie los instigue, cual si fuese en ellos voluntario (y hasta les causase cierto placer) el pasear por estos campos en un dia como el de hoy... — ¡Inolvidables momentos!

La llanura se pierde de vista por todos lados, sin que se descubra en ella alma viviente; ni un pastor, ni un viajero, ni un campesino... ¡Nadie! — Y como el cochero duerme, y los caballos parecen dos máquinas, y hay tanta quietud en cielo y tierra, y todo se diria sumergido en un parasismo magnético, mi soledad es absoluta, mi aislamiento completo y mi constante meditación la única conciencia de la vida universal.

A veces creo que viajo por el aire.- El coche, los caballos y el cochero parecen hechos de una sola pieza de materia inerte, impelida por un poder fantíistico.

El camino sigue leguas y leguas entre dos solitarias filas de árboles..., y, paralelamente con él, dilátase á la izquierda el Canal de que que ya hemos hablado, cuyas aguas ponen en comunicación al Pó y á Pavia con Milán y con los Lagos Mayor y de Como. — Este canal es la antigua grande arteria del comercio lombardo.

Allá, muy lejos, descubro los Alpes, mudos testigos, vigilantes eternos, que nunca dejan de ver, por mucho que se aparte de ellos, al que recorre los extensos territorios tie la Alta Italia.

Poro ¿qué otra montaña es aquella que distingo á seis ó siete leguas de distancia, sola en mitad de la llanura, y en cuya masa cuadrada reverbera á veces la luz del sol como en un colosal espejo?...

Yo no os perdonarla que no hubieseis leido la mejor novela que ha visto la luz pública después de nuestro QUIJOTE. Yo quiero creer que todos conocéis la obra inmortal de Mauzoni, I PROMESSI SPOSI, á cuyo lado palidecen las mágicas resurrecciones de Walter-Scott, y dgjan de ser tan singulares y müagrosos los estudios de Balzac .. — Pues si habéis leido ese libro, recordareis que el pobre lienzo, el noble y sencillo amante de Lucia , el héroe por fuerza de aquella célebre asonada (que se deja muy atrás la descrita por Victor-Hugo en Notre Dame de Paris) ,. hizo un viaje de Monza á Milán, en donde nunca habia estado ni conocía á nadie; y que , al llegar á cierto punto de esta misma llanura, aunque por otro lado de ella, vio á lo lejos quella gran macchina del duomo, que se elevaba sola sobre el llano, como si en voz de surgir de en medio de una ciudad, se levantase en un desierto; y recordareis también quo el joven campesino, olvidando todas sus penas, se empino sobre la punta de los pies... (¡oh Manzoni!) para ver mejor, aunque á tal distancia, aquella octava maravilla de que tanto habia oido hablar desde muchacho!

Ahora bien : lo que yo estoy mirando es lo mismo que vio Renzo hace doscientos cincuenta años: ¡es la gran macchina del duomo; es la catedral de Milán!

También yo he oido hablar de ella desde niño: también la vi en mis