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DE MADRID A NAPOLES

armoniosa disposición de sus accidentes; sus mil columnitas; sus altas galerías de calados arcos; sus innumerables estatuas; la piedra de colores que da más realce á lo esculpido en el segundo cuerpo ; la abundancia y prolijidad de los adornos, de los bajo-relieves, de los bustos, de los medallones; y, sobre todo, el lujo y la magnificencia que se combinan allí con el gusto más refinado, hacen creer al caminante que lo que tiene ante los ajos es un precioso manto colgado del cielo, que le oculta regiones sobrenaturales; ó un velo de gasa y oro, en que los ángeles, no los hombre?, han bordado primorosos trasuntos de cuanto vieron en su patria, la Jerusalem Eterna. — Y si al caminante no se le ocurre nada de esto, por lo menos habrá de reconocer que, á pesar de la fama universal de la Cartuja, nunca se prometió encontrar en el seno de los campos, en tan solitario y monótono paraje, un tan singular prodigio; y que, siquiera una vez, la realidad ha mejorado con mucho las más brillantes ilusiones de su mente.

Vista de cerca esta Fachada, causan verdadero asombro las mil obras maestras que constituyen su ornamentación. Hay detalles allí que gozan de una celebridad europea. Los bajo-relieves son tan preciosos, que algunos crueles amantes del arte no han podido resistir á la tentación de arrancar ora una cabecita, ora una mano casi imperceptible, ora un ángel entero , del tamaño de una mariposa , lo cual ha dado origen á serias reclamaciones cuando se ha sabido su paradero. — Estos bajo-relieves representan por lo general episodios de la vida de Juan Galeazzo Visconti, fundador de la Cartuja, ó asuntos tomados de la historia de la orden de San Bruno.

Todo el mundo sabe que Juan Galeazzo Visconti 'fue un Duque de Milán , perteneciente á aquella familia de Atrídas que por espacio de dos siglos presidió los destinos del Milanesado. — Este tal contentóse, á lo que parece, con asesinar á un tío y á unos primos suyos, á fin de heredar el trono, y con enjendrar dos hijos, Juan María y Felipe María, que dejaron en mantillas en punto á crueldad á todos los Visconti, sin exceptuar a! renombrado Azon. Mas, por fortuna suya (de Galeazzo hablamos), y por fortuna también de la humanidad y del arte, casó con una mujer piadosa, que logró infundir en su alma el temor de Dios y vivos remordimientos por tamaños crímenes, y, ya en este estado, quiriendo el usurpador y asesino desenojar al cielo , fundó nada menos que la Catedral de Milán y la Cartuja de Pavía, Para esta últmiaobra, dio el par^we en que nos hallamos (el cual mide legua y media de circunferencia), disponiendo que se levantara al lado de la Iglesia, dedicada á la Virgen de Gracia, un Monasterio para veinte y cinco cartujos, asignándoles un millón de renta, á fin de que incesantemente perfeccionasen la maravilla que les dejaba á medio hacer...

Ahora bien, uno de los bajo-relieves que adornan el porche de la puerta principal , representa el acto de poner Visconti la primera piedra de tan insigne monumento. Esta ceremonia se verificó el dia 8 de