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DE MADRID A NAPOLES

aconteció con la arquitectura y la escultura. — Y lo mismo aconteció también con la poesía.

Pero todo esto seria demasiado largo de exponer y de probar, y la ocasión no se brinda á ello... Diré, pues, únicamente, que si la Cartuja de Pavía, con ser un portento de arte, de gusto y de riqueza, no inspira místicos sentimientos, consiste en las razones prefijadas. — Su conjunto maravilla, pero no impone ; causa admiración, pero no atrae; recrea, pero no conmueve.

Examinada en detalle, ya es otra cosa. Como obra de transición (pues está muy lejos de ser puramente clásica ó pagana); como término medio entro el gótico y el greco-romano; como hija del siglo XIV; como plateresca, en fin (que este es su verdadero carácter), la Cartuja de Pavía refleja todavia en sus pormenores el espíritu austero de los siglos medios. Los bajo-relieves, las esculturas y los mosaicos que la revisten, reúnen muchas veces el primor artístico y el sentimiento cristiano. El aspecto general de la fachada , de las naves y hasta el de las capillas ofrece todavía, gracias á la multitud y finura de sus adornos, algo de aquella sutileza, de aquella vaguedad, de aquel espíritualismo que excluyen por otro lado sus lineas horizontales, sus arcos perfectos, sus recias columnas y el triangular frontispicio que hay encima de la puerta. La riqueza , en fin, la gracia , la asombrosa inventiva de tantos y tan renovados accidentes como decoran todas y cada una de las partes del edificio , hacen á este templo digno de su fama, y concluyen por acallar las más severas exigencias de la más rigorosa crítica.

Pero os estoy hablando demasiado de cosas que todavía no habéis visto; y creo que me agradeceréis mucho más el que os baga contemplar con vuestros propios ojos la Iglesia y el Monasterio de que se trata.

Viniendo de Pavía, por una carretera espaciosa, que va recta y llanamente á Milán, encuéntrase á la derecha, después de andar una legua ó poco menos, un camino de segundo orden, que lleva, por entre altos árboles, hasta un puente echado sobre un Canal navegable.

Este Canal (nariglio) pone en comunicación á Milán y Pavía. Al otro lado de él se pasa una verja de hierro y se llega á un vestíbulo de hermosa arquitectura , cuyo interior está pintado al fresco por Luini, de quien, según mis informes, tendremos ocasión de hablar mucho dentro de pocos dias. — Luini fue el discípulo más aventajado de Leonardo de Vinci.

Después del vestíbulo, encuéntrase un ancho patio ó compás, de más de cien metros de longitud, cerrado á derecha é izquierda por altos y regulares edificios íque son Hospederías, Almacenes y otras dependencias del Monasterio), en cuyo fondo se ve la Fachada principal de la Iglesia.

A pesar de cuanto hemos dicho, ó sea antes de pensar en ello, no habrá quien no se detenga maravillado al descubrir aquella obra portentosa. —Su magnitud; su noble regularidad ; el brillo del mármol blanco, dorado por los siglos; las mágicas labores que bordan toda aquella gran masa ; la