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DE MADRID A NAPOLES

Hace sol; pero también en el ciclo hay contienda cnirc las nubes. —Pardos ejércitos se buscan ó se evitan en la atmósfera, dibujando sobre la tierra la movible sombra de sus masas...

Yo me creo trasladado al 14 de junio de 1800. Yo me imagino la acometida simultánea, la lid sangrienta, las rápidas maniobras, la fiebre, el horror, la dispersión, los cadáveres...

En esto se nubla el sol... Un velo de luto cubre la llanura de Marengo...

Los austriacos han vencido... Los franceses huyen por todas parles... —Son las tres de la tarde... ¡de aquella tarde sangrienta...!

Mas el sol vuelve á salir...

Nuevos fantasmas recorren estos campos...

¡Es Desaix que llega con sus tropas al teatro de la acción, atraído por la voz de los cañones!

Bonaparte mira el fatigado astrt» del dia con mas ansiedad que Josué, en Gabaon ; consulta la hora , y dice á sus generales : —Aun tengo tiempo de dar otra batalla.

Y recomienza la lucha. Desaix se lanza al frente de sus escuadrones sobre la línea austríaca, y consigue romperla. El resto de los franceses cae sobre las dos alas enemigas, y las desbarata en una hora...

Torna á ocultarse el sol..,

¡Desaix ha muerte!... ¡El bravo Desaix, que acaba de llegar de Egipto , cubierto de inmarcesible gloria ; el noble Desaix , cuyo monumento corona la cima de los Alpes!...

Pero la victoria es de Napoleón. El desastre de por la mañana ha sido vengado con creces á la tarde.

Esta doble jornada entrega toda la Alta Italia á la República francesa.

Bonaparte sueña ya con el trono.

El sol luce de nuevo, inundando de oro el horizonte...

Marengo ha desaparecido.

Nos acercamos á Montebello.

He aquí Tortona... Hé aquí Voguera.,., riquísimas ciudades ambas... —Poro el tren apenas les concede un minuto de audiencia.

Hé aquí MontebeUo, donde el general Lannes derrotó también á los austriacos y ganó su título de duque, pocos días antes la batalla de Marengo, y donde cincuenta y nueve años después, el verano del año pasado, volvieron á luchar austriacos y franceses.

Pocos kilómetros más allá encontraremos á Casteggio, —Otro teatro de la misma rocíente lucha; otro laurel del tercer Napoleón...

¡Casteggio!,.., gritan en esto fuera del tren.

Hemos llegado.

Yo echo pié á tierra , pareciéndome que acabo de despertar de una horrible pesadilla.

El tren sigue hacia Levante en busca de Plasencia, Parma, y Módena...