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DE MADRID A NAPOLES

Pero son las nueve y media... No hay tiempo que perder. Las demás cosas que lie visto en Turin, asi como las que no he visto , serán asunto de otra conversación, si por acaso vuelvo á esta ciudad, lo cual puede suceder...

Ahora pensemos solamentente en que esta noche dormiremos en Pavía y mañana á la noche en Milán; y en que hoy es plenilunio , y yo necesito estar en Venecia antes del cuarto menguante.

Adiós, pues, al Piamonte... Adiós... ó ¡á rivederci! —En medio de todo, fuerza es confesar que este es un gran pueblo. — Su civilización; sus buenas costumbres; el severo carácter, acendrado patriotismo , probada continencia y noble compostura de la clase media ; la sensatez y laboriosidad de las clases pobres; la ilustración de la aristocracia ; el orden administrativo; las virtudes cívicas y privadas de que dan sus hombres públicos tantos ejemplos; la paz y la libertad que reinan en todas partes, á pesar de las graves circunstancias por que atraviesa el país ; la red de ferro-carriles, carreteras y canales de riego y navegación que envuelve todo el territorio; el esmerado cultivo de los campos; la seguridad con que se camina por las más solitarias comarcas, y la prodigiosa rareza de los crímenes, se atraen la simpatía del viajero, haciéndole olvidar lo que haya de violento , de temerario, de desleal y de odioso en los medios de que, al decir de muchos, se ha valido del gobierno piamontés para hacer extensivas á toda Italia la libertad, la prosperidad y la independencia que aquí se disfrutan...

¡Las diez menos cuarto!... — Cojo mi saco de noche; dejo el hotel; entro en una vettura; grito al cochero: <<Strada-ferrata di Alessadria!...;>> llego á la Estación del camino de hierro cuando el tren principia á moverse; lo asalto al paso con mil apuros..., y pocos momentos después estoy ya tan lejos de Turin , que apenas diviso , por encima de los frondosos árboles de Moncalieri, la enhiesta cima y el mortuorio templo de la Superga, paladion de la moribunda autonomía del Piamonte.