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DE MADRID A NAPOLES

Stupinggi es una Residencia Real de caza, situada á dos leguas de Turin.

El Intendente de Palacio la liabia] puesto aquel dia á disposición de nuestro Ministro.

El castillo, que se alza en medio de unos extensos jardines y dilatados bosques, ostenta sobre su techo un enorme ciervo de bronce dorado, como símbolo venatorio.

Nosotros nos instalamos en una linda glorieta, cerca de un lago artificial, á la sombra de espesísimos árboles, desde donde se gozaba una admirable vista de todos los jardines y de las interminables alamedas que arrancan del castillo.

La hermosura de aquel lugar, en que la naturaleza y el arte han acumulado singulares encantos; la esplendidez y serenidad de un apacible dia de otoño; la alegría de los comensales; el idioma español, único que se habló desde por la mañana basta la noche; la vaga melancolía que nuestra condición de extranjeros no podía menos de infundirnos, y la dulce tristeza que á mí no podía menos de inspirarme aquel dia de efasíon y cordialidad , después de tantos otros de soledad y meditación, precisamente en vísperas de volver h empuñar el báculo de peregrino, sin la compaña ya de mi amigo Iriarte ; todo esto , digo , producía en mi alma una sorda inquietud, un suave placer, unos tácitos movimientos de ternura, una confusión, en fin, de encontradas emociones, que nunca olvidaré... — ni lo deseo.

Al otro dia, que fue el de ayer, cambió la decoración completamente. —Tres escursiones hice, y las tres me pusieron en inmediato contacto con los muertos.

Fué la primera al Museo egipcio, que, como ya indiqué más atrás, es de primer orden. — Algunos afirman que no tiene rival en Europa.

En él vi los despojos de un pueblo, de una civilización, de una edad del mundo. —Desde las estatuas de los dioses que se veneraban antes del nacimiento de Moisés, hasta las de los reyes que edificaron las Pirámides; desde las esfinges y los anímales inmundos que se adoraban en el valle del Nilo, hasta las momias de los mismos que los adoraban; desde las armas del guerrero hasta las telas preciosas y las alhajas que adornaron á las reinas; desde los manuscritos en papyrus y los jeroglíficos en piedra que han revelado la historia de tan lemotos tiempos, hasta los instrumentos de agricultura, el ajuar doméstico, los vasos llenos de pinturas y los emblemas mitológicos que han descubierto el misterio íntimo de aquella vida y de aquellas costumbres...; todo, todo lo encontré en tan magnífico Museo; todo acreditaba allí las más peregrinas aseveraciones de la historia; todo hablaba un severo lenguaje que llenó mi espíritu de fría tristeza.

Porque esta es la verdad. Cuando los testimonios del tiempo pasado se refieren solamente á tres, á doce, hasta á veinte siglos, producen en el