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DE MADRID A NAPOLES

ritu), ese podria tambien saber todo lo que encierra el alma humana; esevse conoceria á sí mismo; ese tendria conciencia de su propio entendimiento; ese seria Dios!

Hablemos, pues, solamente de lo que sepamos.

Por ejemplo: sigamos hablando del Palacio Real de Turin.

Pero el caso es que ya no nos queda nada que contar acerca del tal Palacio.

Pues ¿y las habitaciones del Rey? preguntarán algunos.

A estos les responderé que VICTOR MANUEL II no es en su palacio sino una especie de empleado: que, cuando está en Turin, vive en el piso segundo, en una modesta casa amueblada á la moderna y con menos lujo que la del último de sus cortesanos: que de allí baja al piso principal á desempeñar su oficio de rey, como van los ministros á sus ministerios, y que en su casa y en la calle hace la vida de un simple particular.

Victor Manuel, el rey galantuomo (hombre de bien), recibió una severa educacion militar y científica, que lo inclinó á la rudeza y á la sencillez de costumbres. En vida de su padre mandaba un Regimiento, no en el nombre, sino real y efectivamente. Segun una tradicion de esta familia, siempre que el rey sale á campaña tiene que llevar consigo á su hijo mayor, y asi lo hizo Cárlos Alberto en 1848.—Victor Manuel recibió un balazo en una pierna cn la batalla de Goito, que precedió á la de Novara.—El, por su parte, ha cumplido tambien con el precepto tradicional, confiando en 1834 el mando de una brigada á su hijo Humberto, presunto heredero del trono, á pesar de que solo tenia quince años; y el jóven príncipe demostró en las batallas de Pallestro , de Magenta y Solferino que corria por sus venas la sangre de Filiberto de Saboya.

La gran aficion de Victor Manuel es la caza, á tal punto que se le ha visto muchas veces solo, recorriendo á pié montes y selvas, lejos ya de los Sitios Reales, llegar á la cabaña del pastor á pedir algun frugal alimento, y continuar despues su ruda tarea, hasta que la noche le ha sorprendido, obligándole á buscar, ora una Estacion de camino de hierro, ora un pueblo en que alquilar un carruaje , ora la mansa cabalgadura de un campesino para volver á la córte, inquieta ya con su tardanza.

Este género de vida ha dado lugar á raros encuentros y singulares aventuras, dignas del romance y de la novela, que os recomiendo leais en las historias que tratan de este rey, á quien se tiene por el primer cazador, el mejor soldado y el mas constante madrugador de su reino.

Detrás del palacio hay un maguifico jardin (in Giardino reale), abierto al público desde las once hasta las cuatro.

Como yo acababa de verlo desde un balcon, renuncié á bajar á él, prefiriendo emplear aquel tiempo en visitar el Museo de Armas, que está tocando al Palacio.

Allí he tenido el placer de contemplar, entre otras muchas cosas, la armadura de Emmanuel Filiberto, un hermoso escudo cincelado por