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DE MADRID A NAPOLES

Al término de ella se divisa la Piazza de Vittorio Enmanuele (una de las más espaciosas del mundo), las riberas y el Puente del Po, y una verde colina que cierra el horizonte.

Como yo habia de subir esta tarde á aquella colina, desde donde se ve Turin á vista de pájaro, dejé para entonces el recorrer la parte meridional de la ciudad; y girando por la Piazza Castello, me asomé á la embocadura de otra calle.

Aquella era de la de Dora Grossa, cuya longitud pasa de un kilómetro.

Al fin de ella se distingue la Piazza dello Statuto; despues una alameda; detrás un campo que se eleva gradualmente, y allá en lo último, las nevadas cumbres del Mont-Cenis y del Mont-Gencrre, levantándose muy por encima de la desembocadura de la calle, cono una decoracion de teatro.

Tampoco entraba en mi plan dirigirme por aquel lado, y segui dando la vueita á la plaza hasta llegar á la embocadura de la Via Nuova.

La Via Nuova ofrece un golpe de vista que no cede en hermosura á las dos que hemos señalado.

Es tambien recta y ancha, y termina en una soberbia plaza (Piazza San Carlo). en medio de la cual campea una airoza Estatua ecuestre.

Al otro lado de la Plaza, sigue la calle con el nombre de Via di Porta Nuova , de modo que la estatua, en vez de destacarse contra un muro, descuella en el espacio de aquella otra larga via, —que por su parte va á terminar en la magnífica Plaza de Carlo Felice, ornada de árboles, detrás de los cuales asoma el embarcadero del ferro-carril.

Esta sucesion de Plazas y Calles, cuyo límite definitivo es la conjun- ciun «parente del verde campo y del cielo azul, presenta un aspecto ma- gestuoso, muy superior á la decantada vista de la calle de la Paz, la co- lumna Ven:lome y la calle de Castiglione de París.

Bajando, pues, por la Fía Nuova, llegué á la Piazza San Carlo y al pié de aquella Estátua ecuestre que ten aírosa me habia parecido desde lejos.

La Piazza San Carlo es para mi gusto la mas bella de Turin.—Los edificios que la forman no son ya notables solamente per su tamaño y su regularidad, sino tambien por su noble arquitectura y conjunto armonioso. Las alas laterales son dos extensos Palacios, levantados sobre amplios pórticos mucho mas artísticos que los de la Piazza Castello. El ala del Sur,—partida, como hemos dicho, por la Via di porta Nuova,—está ocupada por dos Iglesias: la de San Carlos y la de Santa Cristina. Al principio y al fin de la plaza entran en ella simétricamente, aislando los dos palacios citados, cuatro calles trasversales, por las que se descubre tambien, ora el Po, ora otras plazas, ora las campiñas y los montes..

Esto último se explica por la regularísima planta de Turin, cuyas calles todas, tiradas rigorosamente á cordel, se cortan en ángulos rectos,