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DE MADRID A NAPOLES

Levantéme, pues, y me eché á la calle, ó por mejor decir, salí á la Plaza.

La Piazza Castello es el punto céntrico de Turin; tiene 225 metros de longitud por 166 de anchura, y debe su nombre á un Castillo ó Palacio que se levanta en medio de ella.

Los edificios que determinan tan vasto cuadrilongo son altos y bellos, iguales todos por los lados del Sur, de Oriente y de Poniente, y alzados sobre elegantes pórticos, que forman tres hermosas galerías llenas «le tiendas á derecha é izquierda, por en medio de las cuales circula incesantemente una apretada muchedumbre...

El lado del Norte lo ocupan: una gran verja (que da entrada á otra plaza mas pequeña, en cuyo fondo se levanta el Palacio Real), los ministerios de Estado, de la Guerra, de Marina y de Hacienda, y la direccion de Artillería y Fortificaciones.

Al fin de la galería del Este se halla el Teatro Regio, que no tiene fachada, y que, dicho sea de paso, no se abre hasta la Pascua de Navidad. poca en que principa lo que aquí se llama Carnavalone, ó sea la verdadera temporada lírica, durante la cual da sus grandes bailes la aristocracia.

El edificio que, segun hemos indicado, ocupa el centro de la Piazza Castello, se Mama ahora il Palazzo Madama (antes le Palais Madame) y debe su nombre á la circunstancia de haberlo vivido y restaurado la madre de Amadeo Il, denominada generalmente Madame Reale, como todas las Reinas-madres del Piamonte.—Este Palacio es antiquísimo; su noble arquitectura llama la atencion, á pesar de Inbérsele quitado en gran parte su carácter de la Edad Media para darle el del Renacimiento; está fortificado por recias torres en su lado oriental, y sirve hoy de residencia al Senado, ála Policía y al Museo de Pinturas. (¡Qué revoltillo!)

En resúmen, la Piazza Castello es digna de una gran capital. Sus vastas dimensiones; la severa regularidad de sus edificios; la amplitud de sus pórticos (i Portici), don le se dan cita por las mañanas los elegantes desocupados de Turin para ver pasar á las damas que van á tiendas; y, sobre todo, el venerable aspecto del Palais-Madame, campeando solo en medio de la extensa planicie, como un monumento, como una ejecutoria, como recuerdo histórico, sorprenden agradablemente al viajero, disponiendo su ánimo en favor del pequeño Estalo que se supo crear una tan decorosa Metrópoli.


Las principales calles de Turin arrancan de la Piazza Castello.

Estas calles (que son la del Po la de Dora Grossa y la Via Nuova) corren en línea recta hasta los confines de la ciudad, pasando por plazas no menos bellas que la que acabo de describir.

La Via di Po, que indudablemente es la más hermosa, tiene diez y ocho metros y medio de anchura, y una galería de pórticos á cada lado.