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DE MADRID A NAPOLES

un ilustre Huésped, y de ella se levantó al otro dia para ganar la batalla de Marengo...

Este Huésped habia eserito con un puñal la tarde antes, en un laurel del Jardin de la propia Isola Bella, la palabra Battaglia (Batalla). —Por cierto que hoy no queda ya más que la primera letra de aquella profecía «deseloria. El pedazo de corteza en que estaban las restantes, se lo han levado poco á poco los ingleses.—Nosotros, más piadosos que ellos, respetamos la B.

Tambien es notable en el Palacio la Galeria de Cuadros, en que se ven lienzos de Lucas Jordan, Le Brun, Ticiano y otros famosos artistas de toda Europa.

Como los Condes estaban en la Isla, no pudimos ver las habitaciones en que al presente :moran.—Al decir del criado que nos conducia, se hallan amuebladas á la moderna y con extreordinario lujo.—Dirigímosnos, pues, á los Jardines.

Para llegar á ellos pasamos por un segundo Palacio. casi subterráneo, que consiste en una sucesion de grutas, revestidas de mosáico y de caprichosos riscos. Aquellos aposentos se hallan al nivel del agua y son fresquísimos hasta en el verano. Adórnanlos muebles rústicos.

Los renombrados Jardines de Isola Bella (que para mi gusto son inferiores en hermosura á los de Isola Madre) se levantan, 21 modo de pensil habilónico, en diez y seis terrados construidos unes sobre otros hasta formar una especie de Torre de Babel. El Jardin más alto se halla á cien metros sobre el nivel del Lago-Mayor, y en él, como en los demás, admirase una variada multitud de fuentes, estátuas. macetas, árboles de las cinco partes del mundo, flores de todas clases, glorietas umbrosas y «tanto puede soñar la imaginacion y combinar el arte para convertir una árida peña y unas simétricas murallas en una mansion de delicias.

Pero ahora entra lo principal.—Desde la cúspide de aquella torre encantada vimos, en una fértil huerta que linda con el Palacio, algunas lamas vestidas con peinadores blancos (lo que en el dialecto elegante quiere decir no vestidas) las cuales andaban de un lado á otro cogiendo flores y frutas...

¡Eran las castellanas de Isola Bella (por cierto muy bonitas.)!

Sus voces argentinas llegaban claramente hasta nosotros...—¡Ay! ¡Las diosas de aquel mágico recinto hablaban en francés! —¡Abominable fazon! ¡Cuánto más mitológico no hubiera sido su propio idioma... el melodioso y dulce idioma de Petrarca!

Item: Al volver de los Jardines al Palacio, nos encontramos, en la meseta de una ancha escalera, á un caballero, vestida como cualquiera otro, con levita, pantalon y chaleco al estilo de París...

El subia y nosotros bajábamos.

Al pasar á nuestro lado, se quitó el sombrero y nos saludó cortesmente..

Nosotros le contestamos del propio modo sin saber quién era..., y creyendo que no estábamos obligados á más.