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DE MADRID A NAPOLES

Porque has de saber que, en esta tierra, español es sinónimo de reaccionario, de borbónico, de antonellista, de napolitano, de inquisidor...

—Segun eso, ¿no quieres levantarte?..

—No me atrevo...

—Pues yo sí; y en prueba de ello...

—En prueba de ello...

¡Aqui me tienes vestido y en marcha!

—¡No más vestido ni más en marcha que yo.! respondí, apareciendo en el salon al mismo tiempo que mi amigo.

Los dos habíamos tenido la idea de engañarnos, vistiéndonos con disimulo.

Abrimos, pues, un balcon,—que por cierto daba al Oriente.

Un mar de sol inundó la sala y nos dejó ciegos por un instante.

El Lago, que empezaba debajo del mismo balcon, relucia como un espejo, ó más bien como una lluna... El sol se levantaba frente á frente de nosotros, radiante, alborozado, risueño, empezando su carrera por un cielo limpio de nieblas y de nubes. E

Cuando mis ojos pudieron ya resistir tan vivos resplandores, quedé= me estático ante la peregrina hermosura de un panorama sin rival.

No intentaré describiroslo... ¡Seria imposible!

Mejor es, por consiguiente, que os asomeis conmigo al balcon del Hotel, y disfrutemos juntos de tanta maravilla.


Mirad.—El Lago se dilata de Norte á Sur en una longitud de quince leguas; pero desde la orilla en que estamos hasta la de enfrente (que es la mayor anchura) solo habia dos leguas escasas.

Las aguas inmóviles parecen una tersa lámina de plata brubida. En medio de ellas se levantan cuatro pequeñas y graciosas Islas, amorosa- mente agrupadas, cuyos palacios y jardines se reflejan y copian con admirable minuciosidad en el diáfano elemento.

Son las Islas Borromeas.

Diríase que 'son cuatro mágicas naves en que una reina voluptuosa (una Cleopatra, una Semíramis Ó una Faustina) ha reunido todas las delicias de la tierra.

Más allá se extiende la márgen oriental del Lago, es decir, la márgen de enfrente, determinada por suaves colinas verdes, coronadas de árboles y de quintas, á cuyo pié se recuestan algunas blancas ciudades, que brillan al sol como sí fueran de alabastro, y que se miran tambien en las cristalinas ondas, repitiéndose y como bañándose en ellas...

¡Es la Lombardia!

¡Salud á esa márgen y á esos pueblos! —Ayer pertenecian al Austria: ayer amenazaban desde allí al Piamonte los cañones del extranjero: ayer salian de aquella orilla los vapores austriacos y paseaban su aborrecido pabellon por delante de la ribera sarda. Ayer piamonteses y lombardos tendíanse los brazos desde una costa á la otra; estos pidiendo auxilio;