cantan y vuelan. Las casas ostentan fachadas con columnas. Los castaños y los nogales crecen á la salida del pueblo...
Nosotros seguimos adelante.—¡Nosotros vamos á dormir á Baveno, á orillas del Lago Mayor...
Y así pasa la tarde... ¡Tarde embalsamada y bella!... Y asi llega la noche... ¡Noche sublime, coronada de límpidos luceros!...
Serian las nueve cuando el mayoral abrió la portezuela del coche y
nos encontró dormidos.
—¡A qué hotel vamos, señores? nos preguntó en su dialecto suizo. Hemos llegado á Baveno.
—A un hotel cuyos balcones den al Lago Mayor, respondimos Iriarte y yo á un mismo tiempo...
A los pocos minutos llegábamos al hotel; y, dejando íntegra para el dia siguiente la contemplacion del Lago, nos acostamos y seguimos durmiendo, como duerme por la noche todo aquel que se ha levantado á las tres de la mañana.