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DE MADRID A NAPOLES

—¡Italia! ¡Italia! esclamamos con frenético trasporte. —¡Ahí tienen ustedes á Italia! esclama el mayoral, lleno de orgullo por haber vencido á los Alpes. A

Hasta el inglés se permite entusiasmarse y sacar la cabeza fuera del coche.

—¡Italia! dice, y se quita el gaban, debajo del cual lleva otro más pequeño.

¡Oh! sí... ¡aquella es Italia! —Aquel cielo turquí, aquel fulgurante sol, aquella riente campiña cruzada por plateados rios, aquellas verdes colinas coronadas de blancos palacios, aquellos olivares oscuros, aquellas praderas de esmeralda, aquellas graciosas quintas, todo aquello es lo que yo me imaginaba desde niño!

¡Cuánto fulgor en el espacio! ¡Qué matices en la llanura! ¡Qué perfumes en el aire! ¡Qué temperatura tan amorosa, despues del frio que hemos pasado!

¡Allí reina aún la primavera!... ¡Las viñas conservan todavía sus pám- panos, los árboles sus verdes hojas, el sol su creadora llama, el ambiente sus gérmenes de vida!

¡Cómo se comprende que esta tierra sea tan codiciada! ¡Cuán bella la verian todos los conquistadores al asomar por los Alpes! ¡Cuán hermosa la encontrarán sus hijos cuando vuelvan á hallarla despues de un largo destierro!

El inglés se quita el segundo gaban, y nosotros nos aligeramos tambien de ropa.—Hace calor...

En medio del gran triángulo de llanura que dina á lo léjos, se: divisa sobre una colina un magnífico palacio blanco, de graciosas proporciones.

—¿Ven ustedes aquel palacio? ¿(nos dice el conductor.) Pues es de una persona muy notable, á quien de seguro han oido ustedes nombrar.

—¿De quién es?

—De Juan Maria Farina, del gran fabricante de Agua de Colonia.

—;¡Bien por el conductor! —Esta noticia vale un mundo,

El inglés toma nota en su cartera de viaje, y se quita sutercer gaban, quedando ya de levita.

Yo me contento con repetir esta frase de una epístola de Ventura de la Vega: «¡Todo es verdad!...»

Y en prueba de que es así, ya empezamos á ver hombres morenos de melodramáticas barbas y líricos ojos negros...

Ya principian á sonar en nuestros oidos y á presentarse á nuestros ojos palabras acabadas en ini.

Ya se acabaron las casacas suizas...

Estamos en Domo d'Ossola.

Las mujeres son pálidas y llevan mantilla negra...

La gente grita y salta. Los muchachos atruenan las calles. Las aves