Página:De Madrid a Nápoles (1878).djvu/131

Esta página ha sido corregida
117
DE MADRID A NAPOLES

Tanta blancura, tanta luz, tanto espacio nos deslumbraban completamente.

El sol, que se acercaba al cenit, lucia con todo su esplendor, y sin embargo, no calentaba nuestros ateridos miembros ni conseguia derretir un solo átomo de nieve.—Sus rayos cuian sobre nuestro rostro, blancos y frios como los de la triste luna.

En esto hirió nuestros oidos el son de una campana, cuyo religioso eco nos llenó de espanto.

¿Quién podia vivir en aquella soledad melancólica? ¿Cómo resonabá allí la oracion de los mortales? ¿Qué alma en pena hubitaba en aquel páramo, tan léjos de la tierra y tan distante dei cielo?

—Vamos, señores. Estamos en el Hospicio... (esclamó el mavoral abiendo la portezuela). Esa campana nos dice que pasemos adelante sí queremos.


El Hospicio del Simplon fué comenzado por órden de Napoleon Í, y terminado, á espensas del convento de Agustinos de Martigni, con las mismas condiciones del famoso Hospicio del Monte San Bernardo.

En uno y otro habitan diez ó doce religiosos de una Congregacion que consta de cuarenta hermanos, y que se fundó con el so!o objeto de auxiliar á los viajeros que pasan los Alpes.

El iniciador de tan piadoso pensamiento fué San Bernardo de Menthor, el cual hizo levantar el primer Hospicio sobre el monte que lleva su nombre, por los años de 962.

Los padres que enferman en tan ruda vida, y los imposibilitados por la edad, encuentran á su vez un asilo en el citado convento de Martigni.

En cuanto á aquellos heróicos perros que tan importantes servicios prestaban á la humanidad, —buscando á los viajeros perdidos, sacándolos de entre la nieve, y dando aviso de ello á los frailes, —tengo el sentimiento de anunciaros que su raza se ha extinguido completamente.

Hoy se piensa en sustituirlos con otros perros alemanes, muy hermosos y de extraordinario instinto, pero que, al decir de los mismos monges que los aleccionan, no llegarán nunca al grado de valor, de inteligencia y de laboriosidad que alcanzaron sus ilustres predecesores.

Estas noticias nos las dió un venerable religioso, que salió á recibirnos á la puerta del Hospicio, invitándonos á descansar en él, y que llevó su amabilidad hasta enseñarnos todo el establecimiento.

El edificio es excelente. Tiene una maguilica enfermería, un oratorio, muchos aposentos con chimenea, Cocina económica, refectorio , biblioteca, un pequeño taller para remediar las averías de los coches, y varias otras dependencias.

A cualquier hora que llega allí el caminante. los padres Agustinos le

ofrecen una ligera comida; y, si es á la hora en que comen ellos, lo colocan á su lado en el refectorio.

8