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DE MADRID A NAPOLES

Diríase que toda la disforme sierrra se ha inflamado en el momento que el sol acaba de ocultarse para ella.

¡Sublime apoteosis!...—¡ Estos son resplandores de gloria!... La nieve arde en un amor divino...—Yo no habia soñado nunca semejante magnificencia!

Y todavía... ¡todavía es luz directa del sol la que enciende aquella escelsa y soberana cumbre!

¡Ah! el dios de los astros defiere todos los dias á la magestad del dios de los montes y permanece en su cima algunos instantes más que sobre las otras alturas! ¡Y qué grato es ver desde la noche de los valles aquella plácida luz, recuerdo de un dia pasado; aquel sol de nuestro ayer!...— Son las últimas caricias que Febo enamorado hace á la cándida montaña... Es una tierna despedida en que los besos del osado amante enrojecen la púdica faz de la inmaculada nieve...

Entre tanto, resuenan en el valle los repetidos ecos de mil voces concertadas, formando un cántico solemne que parece ser la poética y sencilla historia del día que acaba de morir. Las esquilas de los ganados que vuelven á sus rediles, los murmullos de las aguas, los gritos de los pastores que se llaman y se buscan en las sierras, el plañidero y vibrante son de la campana de la Abadía que llama á los fieles al Rosanio, todo se combina en un solo acento que flota en el espacio encerrado por los montes; todo recuerda los afanes de la vida, y los años pasados por estas gentes en monotonas tareas, y la inevitable muerte que sigue á las cotidianas luchas del hombre de todos los paises.

Pero ya ne veo... entremos en el hotel...

¡Adios para siempre, inolvidable dia! ¡ Adios, deseos ya cumplidos! ¡Adios, esperanzas trocadas en recuerdos!... Adios...


Y tan cierto es que ya no se veia, que hoy no puedo descifrar la última línea que escribí ó quise escríbir á tientas en aquella hoja de mi cartera de viaje.

V.
 

EL HOTEL DE La CASCADA.—OTRA VEZ SUIZA.—LA TETE-NOIRE.—UNAS INGLESAS.—EL VALLE DEL RÓDANO.—EL MONTE SAN BERNARDO. — MARTIGNI.—SÓBRE LOS TONTOS.—SION.—BRIGG.—ENTREVEMOS LA ALEMANIA. —PRISIONEROS DE CASTELFIDARDO. —PASO DEL SIMPLON. — EL HOSPICIO.—LOS PERROS.—APARICION DE ITALIA.

A la mañana siguiente , muy tempranito , salimos de Chamounix, ginetes en los mismos mulos que ya conoceis.

A eso de las diez, llegamos á la cabeza oriental del valle, y encontrando allí un sitio en que penetraba el sol por entre dos montañas, ehamos pié