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DE MADRID A NAPOLES

Entonces sí que un Pastor-Diaz de otro Planeta podria decir del nuestro lo que este insigne elegiaco ha dicho de la Luna:

¿Qué eres de hoy mas sobre ese helado cielo?

—Un peñasco que rueda en el olvido , ó el cadáver de un sol que endurecido

yace en la eternidad...

Ya hemos bajado de la Mar de Hielo, y nos encontramos en su límite.

Aquí nace el Arbeiron, ó por mejor decir, aquí aparece por debajo de los témpanos y las nieves.

Su salida al valle no puede ser mas grandiosa.—Un arco de hielo sirve de entrada á una gruta azul, que allá se pierde de vista en las tinieblas. Esta gruta es, como si dijéramos, la urna alegórica de donde se vuelcan las aguas, Ó mas bien la regia morada de uno de aquellos rios que en la lliada y en otros poemas revisten formas humanas y pronuncian elocuentisimos discursos.

Nosotros hemos querido aventurar algunos pasos por esta gruta de zafiro; pero los guias nos lo han vedado, diciéndonos que ya está demasiado avanzada la estacion pura acometer tal empresa sin gravísimo peligro.—Y, á este propósito, nos han referido muchas historias de viajeros aplastados por témpanos desprendidos de la alta bóveda azulada...

Apartémonos, pues, de este sitio; montemos en nuestros mulos; atravesemos otra vez el valle de Chamounix, y emprendamos la subida á la Flechere, donde nos aguarda la mejor vista que puede disfrutarse de la Cordillera del Mont-Blanc.

Porque dicho se está que nosotros no vamos á subir á la cumbre del coloso. Esto requiere tres dias de un penosísimo escalamiento pasando dos noches en medio de las nieves, y solo puede realizarse en el mes de julio.—Por lo demás, y segun el voto de los principales viajeros que han hecho esta escursion, el espectáculo que se disfruta desde arriba no vale el trabajo ni los peligros que cuesta ; pues es tal la neblina que despiden los Alpes, vistos desde aquella altura, que en los dias mas serenos sólo permite distinguir confusamente los rasgos principales del pasaje.

La Flechere, á donde nosotros nos dirigimos, es un monte de seis mil piés de elevacion, que se levanta frente por frente del Mont-Blanc. La asociacion de guias ha edificado en su cumbre una buena casa, que viene á ser como un palco ó un observatorio, desde el cual, repito, se domina la gran cordillera mejor que desde ningun otro punto.

—Ya no esperábamos volver á subir este año á la Flechere, nos dícen los guias; de modo que lo habiamos encerrado todo hata el verano venidero. Durante el invierno, la nieve sirve de guardian á los muchos enseres que tenemos allí... Ustedes serán los últimos que visiten este año aquella altura.

En esto ya hemos atravesado el valle y principiado á subir de nuevo. Es cerca de las doce, y el sol sale en este momento para los habitantes de Chamounix.