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LA CIUDADANA 27

Cuanclo alguna mujer lo hacia se la consideraba caso de ex- cepcién y no tenia imitadoras.

Lo mismo ocurre con la politica. Muchas mujeres se jactan de desentenderse de la cosa ptiblica proclamando lo que oyeron y leyeron mil veces; que no entienden.

En todas las ramas de la actividad humana, hay técnicos y especializados que dominan el mecanismo o la ciencia de su eleccion. Ello no obsta a que quienes no las cultivan sean capaces de apreciar sus resultados y sus orientaciones y pre- ver y desear su perfeccionamiento.

La carrera politica es una de las tantas que podran seguir las mujeres que tengan vocacién y aptitudes para ella.

Para el ejercicio de los deberes civicos todas la mujeres estén capacitadas.

No es preciso que abandonen sus tareas habituales sino, simplemente, que se interesen por algo que antes deseuidaron.

Pronto le serén muy claros procedimientos que se le apa- recian como envueltos en el misterio de lo que no se com- prende. Pronto se advertiré que su sentido de la realidad es buena brfijula para guiarla en el dédalo de la politica. Tendra que pensar y resolver por si misma, sin pedir que la con(luz- can; averiguar y aprender lo que no l1a_va aprendido. Para elegir los gobernantes como para juzgar los actos de gobierno, los pueblos fienen un sentido especial, una intuicién, que es tant-o mas acertada cuanto mas culta es la masa popular, pero para la que no hay un aprenclizaje obligado.

La naciente responsabilidad crearé en cada mujer la con- ciencia de su valer como ciudadano libre con peréonaliclad propia. ‘

Si en sus primeros titubeos aparece siguiendo sugestiones extrafias, adquiriré luego su inclependencia de pensamiento y formaré en cada caso su opinion personal. A su vez podré influir con sus razones en la opinion de los demés.