Página:David Copperfield o El sobrino de mi tía (1871).pdf/76

Esta página ha sido corregida

64
DAVID COPPERFIELD.

cuarto. La calma de aquel dia correspondia perfectamente á todos nuestros pensamientos. Sentóse á mi lado encima de mi cama; cogióme entre las suyas mi mano, la llevó á sus labios, la acarició como lo hubiese hecho á mi hermanito para que no llorara. En fin, haciendo un esfuerzo sobre sí misma, me contó de este modo lo que habia pasado :

— Hacia mucho tiempo que ella estaba muy delicada de salud; sufria su imaginacion y no era feliz. Con el nacimiento de su hijo creí que se restableceria; pero, cada vez mas delicada, debilitóse de dia en dia. Antes de dar á luz á su hijo, amaba la soledad para poder llorar; pero luego tomó la costumbre de cantar al recien nacido con una voz tan dulce, que oyéndola una vez, se me figuró que aquella era la voz de un ángel que volaba por cima de ella.

En el último tiempo parecia cada vez mas tímida, y como herida de un secreto terror. Una palabra dura le heria como si le hubieran dado un golpe. Para mí fué siempre la misma, nunca varió para su pobre Peggoty, querida ama mia!...

Peggoty guardó silencio, me cogió la mano con tierna solicitud, y prosiguió:

— La última vez que la ví como en otro tiempo, fué el dia que vinisteis del colegio, mi pobre David. El dia que os marchásteis me dijo : « No volveré á ver á mi pobre hijo, una voz interior me lo dice, sí, es la verdad, ¡lo siento! »

Trató de disimular aquel presentimiento, y mil veces, cuando le reprochaban su ligereza de carácter y de corazon, hubiera querido hacerlo creer, pero no éra cosa fácil.

Jamás confió á su marido lo que me confiaba á mí... temia decírselo á cualquiera otra persona... pero cierta noche, unos ocho dias antes de la catástrofe, dijo a Mr. Murdstone :

— Amigo mio, se me figura que me voy á morir.

Aquella noche, cuando la ayudaba á acostarse, me dijo que le parecia que se habia quitado un gran peso de encima : « Cada dia, durante algun tiempo, creerá mas y mas en mi presentimiento; luego se le borrará de la memoria. Siento muchísima fatiga; si es de sueño, quiero dormirme á tu lado, no te vayas. ¡Que Dios bendiga á mis dos pobres hijos! ¡Dios proteja y guie á mi pobre huérfano! »

A partir de aquel momento no me separé de ella, añadió Peggoty. Si alguna vez por casualidad, pensando en las dos personas que tanto queria, se alejaba de su lecho para acercarse á la ventana, las fuerzas le faltaban, y se apoyaba en mis brazos y en ellos se dormia.

La última noche me abrazó y me dijo :

— Si mi hijo pequeño muriese tambien, Peggoty, deseo que le coloquen en mis brazos y que nos entierren juntos.

Cumplióse su deseo, pues el pobre angelito la sobrevivió solo algunas horas. En seguida añadió:

— Que nuestro querido David nos acompañe á nuestra última morada, y repítele que su madre le bendice mil veces antes de morir.

Despues de una nueva pausa y de haberme acariciado de nuevo, Peggoty continuó :

— A media noche me pidió de beber, y así que hubo humedecido sus labios, me sonrió y me dijo algunas palabras cariñosas. Ya brillaba el sol en el horizonte cuando me habló de Mr. Copperfield, de lo bueno y afectuoso que habia sido para con ella, y de la superioridad que existe entre el hombre que posee un corazon amante y generoso y el que solo tiene ingenio y talento. « Mi querida Peggoty, añadió en seguida, acércate á mi lado... — ya se sentia sumamente débil, — sosténme con tus brazos, no esquives tu mirada, pues quiero verte... »

Hice lo que queria... ¡Ah! David, habia llegado el momento en que se realizaba lo que os anuncié al daros mi adios... Sí, ¡Dios mio! habia llegado el momento en que se tenia por feliz apoyándose en los brazos de su querida Peggoty... y en ellos murió con la misma tranquilidad que el niño que se duerme.

Así acabó Peggoty su relato. Desde que supe la muerte de mi madre, borróse completamente de mi memoria la imágen de lo que para mí habia sido durante los últimos meses de su vida. Solo se presentó á mi imaginacion como la madre cariñosa de mis primeras impresiones, jugando con los rizados bucles de mis cabellos ó corriendo conmigo por el parque.

Lo que Peggoty acababa de contarme, lejos de despertar mis recuerdos mas recientes, me hizo grabar mas profundamente en mi mente mi primera imágen. Por extraño que parezca esto, es la pura verdad. Con su muerte, deseché de mi mente para siempre mis impresiones desfavorables.

La madre que reposaba en su tumba era la ma-