Página:David Copperfield o El sobrino de mi tía (1871).pdf/39

Esta página ha sido corregida

27
DAVID COPPERFIELD.

La última noche de mi encierro me desperté sobresaltado, oyendo que pronunciaban mi nombre en voz baja. Incorporéme en mi cama, y alargando los brazos en las tinieblas, pregunté:

— ¿Sois vos, Peggoty?

No me respondieron inmediatamente; pero no tardaron en pronunciar mi nombre otra vez con un tono tan misterioso y temible, que me hubiera visto atacado de una convulsion á no haber reflexionado que me llamaban por el ojo de la llave.

Me dirigí á tientas hasta la puerta, y aplicando mis labios al mismo estrecho pasaje, repetí en voz baja :

— ¿Sois vos, mi querida Peggoty?

— Sí, hijo mio, me respondió : no muevas mas ruido que un raton, ó de lo contrario nos oirá el gato.

Comprendí que el gato era miss Murdstone, y su cuarto estaba muy cerca.

— Mi querida Peggoty, ¿mamá está muy enfadada conmigo?

Oí á través de la puerta que Peggoty hacia todo lo posible por retener los sollozos; verdad es que otro tanto hacia tambien yo.

— No, no mucho, me respondió.

— ¿Qué van á hacer conmigo, Peggoty?

— Escuela... Lóndres.

Tuve que hacer que repitiera estas palabras por segunda vez, pues la primera, olvidando separar mis labios de la cerradura, no oí nada.

— ¿Y cuándo, Peggoty?

— Mañana.

— Por eso sin duda ha cogido hoy miss Murdstone mis trajes y efectos y mi cajon.

— Sí... el baul.

— ¿Veré á mama?

— Mañana por la mañana.

Despues de estas palabras sueltas, Peggoty trató de dirigirme frases enteras, cosa que consiguió poco mas ó menos en estos términos :

— David, si no he venido á veros antes no creais que por eso os quiero menos... Os quiero siempre lo mismo, tal vez mas... He creido serviros mejor no viniendo... vos y otra persona... ¿Me oís, señorito? ¿me escuchais?

— Sí, sí... Pegg...oty.

— Hijo mio, prosiguió ella con acento de lástima, quiero deciros que no debeis olvidarme... pues yo no os olvidaré... cuidaré á mamá como os he cuidado á vos... puede llegar dia en que quiera apoyarse en el brazo de su fiel Peggoty... Yo os escribiré, hijo mio, porque aunque no soy una profesora... Sí, sí... os...

Aquí Peggoty, interrumpiéndose con sus sollozos, se puso á besar la cerradura, no pudiendo besarme á mí. — Gracias, gracias, Peggoty... Escribid á Mr. Peggoty, á mistress Gummidge, a Cham y á Emilia... que no soy tan malo como les dirán; escribidles que les quiero... sobre todo á Emilia... ¿me lo prometeis?

Prometiómelo, y cada cual de nuestro lado nos pusimos á besar la cerradura, que aun recuerdo acaricié con mi mano como pudiera haber acariciado las megillas de Peggoty. En seguida nos dijimos adios, y desde entonces sentí hácia Peggoty una afeccion que me es imposible definir.

Ella no reemplazaba mi madre, porque una madre no puede ser reemplazada, pero siento por ella un afecto como no lo siento por nadie de este mundo. Verdad es que era un afecto que tenia su parte cómica : sin embargo, no sé lo que hubiera hecho si hubiese fallecido.

Al dia siguiente por la mañana, miss Murdstone se presentó á la hora de costumbre y me dijo que iba á un colegio, cosa que no era una nueva para mí, como ella suponia. Díjome tambien que así que me vistiese bajase á la sala pequeña á almorzar. Hallé allí á mi madre, muy pálida y con los ojos encendidos. Me arrojé en sus brazos y le pedí perdon desde el fondo de mi alma.

— ¡Ah! ¡David! dijo, habeis podido causar daño á una persona que quiero. ¡Tratad de corregiros! Os perdono, pero no podré olvidar, David, los malos sentimientos que abriga vuestro corazon.

Le habian persuadido de que yo era una criatura perversa, y esta idea la afligia mas que mi partida. Por mi parte experimenté el mayor dolor. Traté en vano de probar el desayuno de despedida, pero mis lágrimas caian sobre el pan y dentro de la taza de té. Los ojos de mi madre se dirigian de miss Murdstone á mí, y luego se inclinaban o apartaban.

Detúvose un coche á la puerta del jardin, y un hombre entró en la sala.

Miss Murdstone exclamó:

— Coged el baul de Mr. Copperfield.

La maleta fué llevada al carricoche de mi antiguo amigo el tartanero que nos habia conducido á Peggoty y á mí á Yarmouth.