os avanzará esa suma con las condiciones que fijeis vos mismo.
- Señora mia, permitidme una sola pregunta... dijo mistress Micawber; ¿es buen clima?
- El mas hermoso del mundo, respondió mi tia.
- Entonces, continuó mistress Micawber, per- mitidme otra pregunta : ¿las eircunstancias del pais ofrecerian á Mr. Micawber la suerte de ele- varse en la eseala social? No quiero saber si por el momento podria aspirar á ser gobernador ó cosa parccida; ¿pero se le presentaria una carrera en que desplegar su talento?
- La carrera mas hermosa, dijo mi tia, para todo hombre que se conduce bien y es indus- trioso.
- Que se conduce bien y es industrioso? repi- tió mistress Micawber; precisamente. Tengo la conviccion de que la Australia es la esfera legi- tima donde debe proarse la actividad de Mr. Mi- cawber.
- Tengo la conviccion, señora mia, añadió á su vez Mr. Micawber, que en la situacion en que me hallo, la Australia es el solo pais que me conviene, á mi y á mi familia; algo extraordinario nos espera en aquellas tierras.
En aquel momento, la ardiente imaginacion de Micawber habia entrevisto la fortuna que lo llama- ba á tierra extraña, y se lanzó en una disertacion sobre los elementos de una explotacion agricola, mientras que su esposa diseurria sobre las coslum- bres del kanguró.