Página:David Copperfield o El sobrino de mi tía (1871).pdf/221

Esta página no ha sido corregida

209
DAVID COPPERFIELD.

po que entramos, Rosa Dartle se escurrió por de- trás de su silla.

Leí en los ojos de la madre de Steerforth, que la carta que le escribi no le habia cogido de sórpresa. Estaba pálida, y se veian en su rostro señales de una emocion profunda. Hallé aun mas completa la semejanza entre la madre y el hijo, cosa que noté que mi compaîñero habia echado de ver.

Al entrar nosotros, fijó en Mr. Peggoty una mi- rada séria ; él por su parte, tomó un aire no menos grave.

Rosa Dartle, con su ardiente mirada, nos exa- minaba á todos á la vez. Durante algunos mi- nutos todo el mundo guardó un profundo silencio.

Mistress Steerforth ofreció con un ademan á Mr. Peggoty, que tomara asiento.

- Señora, dijo Mr. Daniel con voz apagada, no seré yo quien me siente en esta casa; prefiero per- manecer en pié.

Siguió una pausa; luego mistress Steerforth ex- clamó :

- Sé lo que os conduce aquí : experimento un vivo pesar. ¿Qué descais de mi? ¿Qué quereis que haga?

Mr. Daniel se puso el sombrero debajo del brazo, y sacando de su pecho la carta de Emilia, la des- dobló y se la presentó, diciendo:

- Dignaos leer este papel, señora; es una carta de mi sobrina.

Leyóla, siempre solemne é impasible, no dejando traslucir la emocion que debia causarle aquella lectura, y devolvió el papel á Mr. Peggoty.

- A no ser gue me vuelva aqui siendo su esposa, dijo Mr. Daniel, señalando con el dedo aquel pasaje... vengo á saber, señora, si cumplirá su pa- labra.

- No, respondió ella.

- ¿Y por qué no?

- Es imposible; se degradaria : no debeis igno- rar que ella es muy inferior á él.

- Elevadla hasta él.

- Carece de edueacion y de instruccion.

- Creo que os engañais; pero en todo caso, dadla mejor educacion, instruidla mas.

- Puesto que me obligais á hablar con mayor claridad de la que yo hubiera querido, os diré que lo que deseais es imposible, solo con considerar á qué rango de la sociedad pertenece.

- Prestadme atencion, señora, respondió Mr. Daniel lenta y tranquilamente ; debeis saber el ca- riño que se tiene á un hijo; tambien yo lo sé. Aun cuando ella hubiera sido hija mia, no podria ha- berla querido mas. Vos no sabeis lo que es perder un hijo; yo si lo sé. Daria todas las riquezas del mundo, si las tuviera, por reseatarla; salvadla, pues, de esa deshonra, y nosotros no la rechazare- mos numca. No la verá ninguna de las personas que han crecido al par que ella desde la niñez; nos contentaremos solo sabiendo que vive, pensando en ella, desde léjos, como si habitase bajo otro sol y bajo otro eielo; nos contentaremos confiándosela á su marido, y esperaremos el dia en que todos seamos iguales ante Dios.

Semejante contestacion no dejaba de encerrar cierta elocuencia; pero por mucho efecto que cau- sara á mistress Steerforth, esta conservó su actitud altanera : no obstante, modificó el tono para res- ponder:

- No justifico nada; no opongo á una acusa- cion otra acusacion, lo único que hago es repetir con pesar : es imposible. Semejante enlace acaba- ria con el porvenir de mi hijo, y todas sus es- peranzas : no podrá tener lugar nunca, nunca, estad seguro de ello. Si hubiese otra reparacion...

Al llegar aqui, Mr. Peggoty la interrumpió fijando en ella una mirada triste, pero resuelta:

- Examino la madre que me ofrece una seme- janza tan grande á aquel que he recibido en mi casa, en mi pobre barco sobre las olas, tan afec- tuoso por todas partes, tan pródigo de sonrisas... ó mas bien de perfidia, hasta tal punto, que perde- ria el juicio solo al pensarlo. Si esa madre no siente un fuego interior que la quema, ante la idea de ofre- cerme dinero como precio del deshonor de mi hija, no vale mucho mas que su hijo. Hasta no sé, si como mujer y madre, vale aun mucho menos.

La fisonomia de mistress Steerforth cambió de aspecto en un instante; la vergüenza y la cólera encendieron su rostro, y, apoyando sus manos en los brazos del sillon, exclamó, ó mejor dicho, gritó :

-Y qué compensacion podeis ofrecerme vos por haber abierto un antro semejante entre mi hijo y yo? ¿Qué significa el amor que podais tener á vuestra sobrina, al lado del que yo siento por mi hijo? ¿ Qué vale vuestra separacion al lado de la nuestra?

Miss Dartle se acercó para hablarla al oido, pero ella no quiso escuchar nada,

- ¡Rosa, ni una palabra! Que este hombre me