Página:David Copperfield o El sobrino de mi tía (1871).pdf/203

Esta página no ha sido corregida

191
DAVID COPPERFIELD.

- Querido Copperficld, me respondió riendo, no tengo nada que prestarle.

-Y vuestra firma?

- Crecis que pueda valer algo? me preguntó Traddles pensativo.

- Ciertamente.

- Gracias, querido amigo, aunque temo que la advertencia llega tarde. - Cómo! ¿ habeis endosado el pagaré, que no puede descontarsc sino á fuerza de un gran sa- crificio?

- Aun no; ha sido otro; pero Mr. Micawber me ha asegurado, sin ir mas lejos, ayer mismo, que los fondos estaban disponibles : esta fué su frase.

En aquel momento Mr. Micawber alzó la ca- beza y solo tuve tiempo de despedirme de ellos : preveia que el pobre Traddles tendria en breve al- gun disgusto.

Acababa de sentarme al lado de mi chimenea, no sabiendo hasta qué punto era preciso reirse de un carácter como el de Mr. Micawber, cuando oi en la escalera ruido de pasos, y crei que seria Trad- dles que subia en busca de alguna cosa olvidada por mistress Micawber.

Pero á medida que aquel paso se acercaba, lo reconocia y senti latir apresuradamente mi cora- zon y agolparse la sangre á mi rostro : era el paso de Steerforth.

Nunca perdia de vista la imágen de Inés, que ocupaba incesantemente el santuario de mi eora- zon, si es que puedo hablar asi; pero cuando Steerforth entró y me alargó la mano, la nube que, hacia tiempo, se oscurecia sobre él, se cambió en aureola de luz, y me ruboricé de haber dudado de un amigo á quien queria tan cariñosamente. No por eso queria menos á Inés; pensaba siempre en ella eomo en el ángel bienhechor de mi vida; no fué, pues, á ella á quien reproché el ultraje inferido å Steerforth, sino á mi mismo, y de buena gana le hubiera pedido perdon.

-Y bien, mi querido, me dijo sonriéndome, i poco ha faltado que os sorprenda en otro festin! ¡luego direis que no sois sibarita! Estos procura- dores canónicos son todos unos vividores, y á su lado nosotros los estudiantes de Oxford, somos sóbrios filósofos.

- Confieso, le respondi, que acabo de obsequiar á tres convidados.

- Acabo de encontrarlos á la puerta de la calle cantando á voz en grito la munificencia del anfi- trion. ¿Quién es uno que vá embutido, por decirlo asi, en un cuello muy almidonado?

En pocas palabras traté de fotografiar lo mejor que pude á Mr, Micawber.

-Y el otro?

- A que no lo adivinais?

- No.

- Pues es Traddles!...

- ¿Y quién es Traddles? preguntó Steerforth con su aire indiferente.

- Nuestro antiguo condiseipulo de Salem - House.

- Ah! ;aquel pobre diablo! ¿y dónde le ha- beis pescado?

Le hablé de Traddles, ensalzindole lo mas que pude, pues crcia que Steerforth podia haberse acordado de él con menos desprecio, y me inter- rumpió preguntándome si no podria darle algo que comer.

Por fortuna, entre otros restos de nuestra fran- cachela, quedaba la mitad del pastel de pichones.

- Amigo mio, dijo Steerforth, sentándose á la mesa ; hé aqui una cena digna de un rey; le haré honor porque llego de Yarmouth.

- Creia que veniais da Oxford, le dije.

- Yo! vengo de navegar; ¡he empleado me- jor mi tiempo que en la Universidad!

- Littimer ha venido hace dos horas, continué, á saber si estabais aqui, y crei comprender que os hallabais en Oxford, por mas que no me haya di- cho una palabra.

- Littimer es un tonto, mas tonto de lo que creia, viniendo aqui á preguntar por mi, añadió Steerforth, sirviéndose un vaso de vino y apurán- dole å mi salud ; si llegais i conocer el carácter de Littimer, sereis mas habil que yo y que la mayor parte de nosotros.

- Eso es verdad, respondi, acercando mi silla á la mesa; pero basta de Littimer y ocupémonos de cosas que me interesan mas. Con que habeis es- tado en Yarmouth? Cuánto tiempo?

- Poco; una escapatoria de una ó dos semanas.

- ¿Y qué tal están todos? ; Presumo que Emi- lia no se ha casado aun?

- Aun no; pero está para hacerlo, dentro de ocho dias, de quince, de un mes cuando mas. Os diré de paso que no he visto á Peggoty; pero, aña- dió dejando el tenedor y cuchillo para registrarse los bolsillos, tengo una carta para vos.

- ¿ De quién?