Página:David Copperfield o El sobrino de mi tía (1871).pdf/147

Esta página ha sido corregida

135
DAVID COPPERFIELD.

XIX
LA MORADA DE STEERFORTH.


Cuando la criada llamó á mi puerta, á eso de las ocho de la mañana, diciéndome que dejaba en el corredor el agua caliente para afeitarme, sentí ¡pobre de mí! que aquello era inútil de todo punto y me avergoncé.

Mientras me vestí me persiguió la sospecha que se habia burlado al hablarme así, y, habiéndola hallado en la escalera al bajar al almuerzo, debí parecerle confundido y avergonzado. La hubiera esquivado á haber visto otro sitio por donde escapar; y aun dí un paso atrás y me asomé á una ventana desde donde hice que miraba, á través de la neblina, la estátua ecuestre de Cárlos II, hasta que el mozo me advirtió que me esperaba Mr. Steerforth.

Iba á dirigirme á la sala general, pero el mozo me dijo que Mr. Steerforth habia mandado que le sirviesen en un saloncito que habia junto á su cuarto. Volví atrás y entré donde estaba mi amigo. Admiré el alojamiento en miniatura que ocupaba : componíase de tres lindas piezas alfombradas, con cortinones encarnados en las ventanas; allí todo respiraba limpieza y parecia que estaba en su casa propia y no en un hotel. En un espejo que estaba frente á la entrada, admiré el cuadro de aquel interior elegante, y, al ver á Steerforth tan tranquilo, tan á sus anchas, tan seguro de sí mismo, superior á mí en todo — incluso en la edad, — experimenté un verdadero encogimiento; pero su aire de amistosa proteccion me hizo olvidar bien pronto la distancia que mediaba entre ambos. Creció mi confianza al notar que el mozo me tenia mayores consideraciones, y no se familiarizaba conmigo como la víspera.

— Ahora Copperfield, me dijo mi amigo, así que estuvimos solos, tendré un gran placer en saber lo que pensais hacer, á donde vais y todo lo que os atañé. Os considero como si me pertenecieseis.

Feliz al ver que se interesaba por mí tan particularmente, le conté que mi tia me habia propuesto emprender un viaje de experiencia.

— ¡Y bien! me dijo Steerforth, supuesto que no teneis prisa, venid á casa de mi madre, á Highgate, donde pasareis uno ó dos dias; ya vereis cómo os agrada. Quizás está un poco orgullosa con su hijo, y habla de él demasiado; pero se lo perdonareis, y por su parte ella tendrá mucho gusto en veros, estoy cierto.

— Me gustaria tener esa misma seguridad, respondíle sonriendo.

— ¡Oh! dijo mi amigo, todos aquellos que me quieren tienen un título á sus ojos muy grande.

— En ese caso creo que me recibirá bien.

— Os lo aseguro : así pues, marcharemos juntos; pero, antes quiero, durante un par de horas, visitar en vuestra compañía las curiosidades de Lóndres. No se encuentra todos los dias un individuo que se impresione inocentemente como vos. Despues de este paseo tomaremos la diligencia hasta Highgate.

— Me parecia un sueño : no habia dormido en el número 44; no habia almorzado en la sala general; ¡el mozo me respetaba! Despues de haber escrito á mi tia, para contarla el feliz encuentro del condiscípulo que tanto admiraba y de su convite, subí con él en un coche; fuimos á ver el Panorama, la Torre, el Museo, y otra porcion de curiosidades, pudiendo apercibirme de las muchas cosas que sabia Steerforth, y la poca importancia que daba á su caudal de conocimientos diversos.

— Obtendreis una nota brillante en la universidad, Steerforth, si no la teneis ya; ¡qué orgullosos deben estar de vos los catedráticos!

— ¡Yo! exclamó Steerforth; que Dios me preserve de tomar un título, mi querido amigo... mi querida Margarita... dejadme que os llame así.

— Como querais.

— Sois un excelente muchacho, dijo Steerforth riendo... No, no; no tengo el menor deseo de distinguirme de ese modo. ¡Yo doctor! ¡yo hombre de ciencia! Para mi uso tengo bastante con lo que sé : y soy lo suficiente pedante para que no se me pueda sufrir.

— Pero ¿y la gloria?...

— Romántica Margarita, interrumpió Steerforth riendo cada vez mas, ¿qué puede importarme la admiracion de algunos imbéciles? Que se la dediquen á cualquiera otro que quiera henchirse de gloria; tanto mejor para él.