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DAVID COPPERFIELD.

tencion y esa esperanza os escribe : si pudiese creerse así útil á su amigo, un rayo de luz podria aun penetrar en el oscuro calabozo en que acabará su existencia, — aunque ahora, para no aventurar nada, su longevidad sea extremadamente problemática.

« Esta es, mi querido Copperfield, la última comunicacion que recibireis en la vida

« De

« Este

« Pobre

« Proscrito,

« Wilkins Micawber. »

Fué tanto lo que me afectaron estas desgarradoras líneas, que corrí inmediatamente á la pobre posada para tratar de consolar á mistress Micawber, antes de ir á casa del doctor Strong; pero en el camino encontré la diligencia de Lóndres, con Mr. y mistress Micawber en el imperial. Él, la personificacion de la felicidad tranquila, sonriéndose con la conversacion de mistress Micawber y comiendo nueces. Del bolsillo del pecho le salia el cuello de una botella; como no me apercibieron, pensé, despues de todo, que haria mejor como si no les viese. Tomé el camino del colegio, con un peso de menos en el corazon, y no descontento de que aquellos buenos amigos se hubiesen marchado... Sin embargo, á pesar de todo les queria.

XVII
OJEADA RETROSPECTIVA.


¡Mi vida de escolar!... ¿Cómo subir la corriente de aquel tan feliz período? Encuentro aun el lecho en que discurria la onda pura, pero el manantial se ha agotado, y las hojas de otoño, desprendidas de los árboles, agloméranse poco á poco hasta las márgenes.

Hoy es domingo; nos hemos reunido en el colegio para ir todos juntos á la catedral, y ocupo mi puesto de costumbre. En tan sagrado recinto nos vemos alejados de todas las mundanas sensaciones; el órgano llena con su grave armonía, el coro, la nave y las galerías esa música me sume en un sueño que no pertenece al reposo ni á la vigilia : bajo su mágico influjo el pasado renace como un sueño.

Soy uno de los colegiales mas adelantados de mi clase; y aunque en algunos meses he progresado mucho, no soy el primero, pues entre este y yo media gran distancia; se me figura que está sobre mí á una altura muy superior y á que desespero llegar. En vano Inés me dice que lo conseguiré, á lo cual le respondo :

— No, Inés; ignorais qué caudal de conocimientos ha adquirido ese ser privilegiado del estudio, ese ser superior. No es mi íntimo amigo, ni mi protector nato, como lo era Steerforth, pero no por eso dejo de venerarle. Me pregunto qué rango ocupará en el mundo así que salga del colegio del doctor Strong, y cómo hará el siglo para honrar á ese mérito sobrenatural.

Pero, ¿quién es esa jóven? Es miss Shepherd, de quien me he enamorado.

Miss Shepherd es una educanda del colegio de las señoras Nottingalls, y yo la adoro. Su estatura es baja, su semblante ovalado y fresco, su cabellera rubia y formando ondulaciones. Las colegialas de casa de las señoras Nottingalls acuden, como nosotros, á la catedral. No puedo tener los ojos fijos en mi libro, pues constantemente buscan á miss Shepherd. Cuando cantan los coristas, oigo ó se me figura oir la voz de mi ídolo. En mis rezos pronuncio sin querer su nombre. La coloco entre los miembros de la familia real... Al regresar de casa de Mr. Wickfield, me encierro en mi cuarto, y exclamó en un transporte repentino : ¡Oh miss Shepherd!

Por espacio de algun tiempo he dudado de los sentimientos de miss Shepherd; pero en fin, el destino se ha mostrado propicio, y nos hallamos en casa de un maestro de baile.

Miss Shepherd es mi pareja : toco su guante, y siento correr por mis venas un escalofrio que va á terminar en mi cabeza. Aun cuando no digo nada de cariñoso á mi amada, nos comprendemos perfectamente, pues tanto ella como yo, solo vivimos para unir nuestros destinos un dia.

¡Cuántos dulces ofrezco á miss Shepherd! ¡qué de naranjas! ¡Y qué éxtasis, cuando en el guardaropas, me atrevo á acercarme á ella y le estrecho la mano! ¡Y qué indignacion se apodera de mí, al saber el dia siguiente que sus directoras la han impuesto un castigo, por una falta insignificante!