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DAVID COPPERFIELD
Ó
EL SOBRINO DE MI TIA


PRIMERA PARTE
Recuerdos de mi Infancia


I
MI NACIMIENTO.

Si debo ó no ser el héroe de mi propia historia, ó si este cometido será desempeñado por otra persona que no yo, eso es precisamente lo que el lector verá en las siguientes páginas.

Para proceder con órden diré que nací — segun me han dicho y lo creo — un viernes, á las doce de la noche. Notaron que al mismo tiempo que daba el reló su primera campanada, lanzaba yo simultáneamente mi primer quejido.

Teniendo en consideracion el dia y hora de mi nacimiento, la enfermera de la parida y varias comadres de la vecindad, á quienes habia inspirado un vivo interés algunos meses antes de trabar conocimiento con ellas, declararon dos cosas : — la primera, que estaba predestinado á ser desgraciado, — y la segunda, que gozaria el privilegio de ver espectros y espíritus, carga inevitable de todas las infortunadas criaturas de ambos sexos que nacen en viernes desde las doce de la noche hasta el amanecer.

Respecto al primer punto no me explicaré aquí pues mi historia demostrará suficientemente si la prediccion fué o no verídica; en cuanto al segundo, básteme decir que, á menos de haber visto espectros y espíritus cuando estaba en la cuna, sigo aun aguardándolos. No se crea que me conduelo por la privacion de esta parte de la herencia, y si alguien, por casualidad, envidiare mi puesto, se lo cedo con alma y vida.

Nací de piés, como decirse suele, y la ciudad que me dió el ser fué Blunderstone, en el condado de Suffolk, ó « por allí cerca, » segun dicen en Escocia. Fuí un hijo póstumo, pues abrí los ojos al dia á los seis meses de haber cerrado mi padre los suyos para siempre. Al pensar que murió sin conocerme, experimento una extraña sensacion, que se aumenta cada vez que mi mente se fija en los vagos recuerdos que unen mis primeras reflexiones de la niñez con la blanca losa de su sepultura. Jamás olvidaré la indescriptible lástima que se apoderó de mí al figurarme que mi padre se veia allí abandonado, solo, en medio de las tinieblas de la noche, mientras que nuestra vivienda, bien templada y llena de luz, le cerraba cruelmente sus puertas.

La persona mas importante de nuestra familia era una tia de mi padre, que desempeñará un importante papel en mi relato. Miss Trotwood, ó miss Betsey, como la llamaba mi pobre madre cada vez