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DAVID COPPERFIELD.

Me acerqué y me dijo al oido :

— ¡Este mundo es un mundo de locos, una gran casa de lunáticos!

Despues de esta confidencia, tomó un polvo y soltó una carcajada.

Sin atreverme á dar mi opinion en materia tan grave, hice la comision de mi tia.

— ¡Está bien! respondióme Mr. Dick, saludadla en mi nombre y decidla que creo haber dado un gran paso... sí, un gran paso, repitió pasándose la mano por el cabello y echando una ojeada á sus cuartillas... ¿Habeis estado en un colegio?

— Sí, señor, le respondí, he estado durante algun tiempo.

— ¿Recordais el dia en que fué decapitado Cárlos I? me preguntó con un aire sumamente grave, y disponiéndose á escribir lo que iba á decirle.

— Creo, le dije, pues mi memoria me era bastante fiel, creo que fué en 1649.

— Sí, replicó Mr. Dick, rascándose la oreja con la pluma, y mirándome con aire de duda. Así lo dicen los libros, pero yo no comprendo cómo puede ser eso, pues si hace tanto tiempo que pasó, ¿cómo las personas que le rodeaban habrian podido hacer pasar de su cabeza á la mia algunas preocupaciones que la turbaban antes de que se la cortasen?

Adivínese la sorpresa que me causó aquel problema, cuya solucion me fué imposible hallar.

— Es extraño, repitió Mr. Dick mirando sus papeles con aire desolado y pasando de nuevo la mano por sus cabellos; es extraño que no pueda aclarar todo esto, ni tampoco demostrarlo perfectamente. Pero, no importa, ¡no! continuó con aire menos triste : aun tengo tiempo para conseguirlo. Dadle las gracias á miss Trotwood y decidla que adelanto.

Me retiré, y antes de dejarle, Mr. Dick llamó mi atencion sobre la cometa.

— ¿Qué opinais de esta cometa? me preguntó.

Respondí que era magnífica : en efecto, podia tener siete piés de grande.

— La he hecho yo. Iremos á echarla juntos, añadió Mr. Dick. ¿Veis esto?

Me enseñó que la cometa estaba escrita por todas partes con una letra sumamente pequeña, aunque legible; y en dos ó tres puntos creí leer algunas alusiones á la cabeza de Cárlos I.

— La cuerda es larga, dijo Mr. Dick, y cuando vuela lleva con ella á otras regiones los hechos auténticos. No sé donde podrá caer. Eso depende del viento y de mil cosas; pero se debe probar la suerte.

Mr. Dick me dijo esto con un aire tan dulce y agradable, habia en su fisonomía una expresion tan honrada, que no supe si queria ó no gastar una broma conmigo.

Echéme á reir, lo mismo hizo él, y nos separamos como dos amigos íntimos.

—Y bien, hijo mio, me preguntó mi tia, así que hube bajado, á donde se halla ya Mr. Dick?

Respondíle que me suplicaba le hiciese presente sus respetos y que su trabajo adelantaba.

—¿Qué pensais de él? me preguntó mi tia.

Tenia ganas de eludir la cuestion y de responder que me parecia un hombre muy amable; pero mi tia no era una mujer que se contentaba con una respuesta evasiva. Así, pues, dejó su costura, y cruzándose de brazos me dijo :

— ¡Vamos! hablad... vuestra hermana Betsey Trotwood, me hubiera dicho sobre la marcha lo que pensaba de cualquier persona; sed como vuestra hermana, si es posible, y hablad.

— ¿Por ventura, Mr. Dick... lo pregunto porque no lo sé, tia mia... será tal vez insensato?... me atreví á preguntarle tartamudeando.

Sentí que caminaba sobre un terreno resbaladizo.

— Absolutamente nada, replicó mi tia,

— ¡Ah! en verdad, dije tímidamente.

— Si hay alguna cosa en el mundo que no sea Mr. Dick, dijo mi tia con tono positivo y entero... es eso.

— ¡Ah! ¡verdaderamente! y esta exclamacion fué todo lo que yo pude responder.

— Le han llamado loco, dijo mi tia; experimento un egoista placer en repetir que se le ha llamado así... Sin eso, no tendria el gusto, desde hace diez años, la satisfaccion de su sociedad y de sus buenos consejos desde la desilusion que me causó vuestra hermana Betsey Trotwood.

— ¿Hace mucho tiempo de eso? pregunté.

— Sí, y lo peor era que los que tenian la audacia de llamarle así... eran personas de talento... Mr. Dick es uno de mis parientes lejanos... no importa el grado de parentesco. A no ser por mí su propio hermano le hubiera tenido encerrado por el resto de sus dias... ¡ni mas ni menos!

Fuí un poco hipócrita al ver indignada á mi tia de aquel modo, pues traté de hacer todo lo que pude para indignarme tambien.