La vida en La Casa de la Medida representaba un desafío cotidiano para Águila Nocturna. Con el tiempo había desarrollado un eficaz equipo de trabajo con sus tres compañeros y Serpiente de fuego, quien hábilmente los introducía por los misterios de la cara oculta del conocimiento.
Las matemáticas eran una herramienta indispensable para entender estos misterios. Serpiente de Fuego en una de sus acostumbradas clases, inició con el siguiente discurso:
—Nuestro Señor, El del Cerca y del Junto, nos dio un lenguaje común a todos los hombres. Fueron nuestros Viejos Abuelos quienes lo aprendieron de la observación del firmamento y la naturaleza. El arte de contar se pierde en el principio de los tiempos. Se le nombró "La cuenta de elementos semejantes por alguien".
El ser humano necesitó de las matemáticas para conocerse a sí mismo y al universo que le rodeaba. La primera referencia fue su propio cuerpo. Así, primero obtuvo el número uno a partir de la unidad que él representa; después el cuatro de sus extremidades, el cinco de la suma de los dedos de su mano; el siete de la suma de las articulaciones superiores; después el diez y el veinte de la suma de todos los dedos. El número trece de la suma de las articulaciones más importantes del cuerpo. El número nueve de los orificios que tiene el cuerpo, contando el ombligo.
De la observación de la naturaleza y el cosmos dedujo: De la luna, observó que tiene trece lunaciones en un año. Que la tierra tarda trescientos sesenta y cinco días en cumplir su órbita en torno al sol. Que el clima tiene cuatro períodos de noventa y un días en un año, que dos períodos de noventa y un días forman el ciclo del maíz, que tres ciclos de noventa y un días conforman una gestación humana. El paso de la tierra exactamente abajo de las siete estrellas que casi se tocan, formando el símbolo de la palabra; tarda exactamente cincuenta y dos años, lo que conocemos como un atado de años.