Águila Nocturna sentía que en su interior todo se equilibraba. Las palabras de Serpiente de Fuego habían producido un efecto de bienestar interior. El espíritu de Águila Nocturna y la institución se afinaban en una sola nota, que reverberaba en todo su cuerpo y lo hacía vibrar como a un caracol marino.
Serpiente de Fuego continuó diciéndoles a los aspirantes:
—Amados hijos nuestros, ustedes son el fruto por florecer de la comunidad. Como el nopal que florece en su fruto, ustedes han florecido en la casa de los jóvenes y ahora son la esperanza de los Viejos Abuelos, de que su espíritu continúe en esta su amada tierra. Ahora su responsabilidad es mayor, pues al tomar la decisión de estar aquí. Significa que están aptos para dar lo mejor de sí mismos; y dispuestos a todos los sacrificios y a la más rigurosa disciplina; significa en una palabra, que están preparados para morir si es preciso, por respaldar la decisión que han tomado de conocer la Toltecáyotl, que es la sabiduría que nos han legado nuestros nobles antepasados; porque ustedes queridos jóvenes, son la tuna del nopal que tiene la esperanza de florecer. De esta noble institución que hoy les abre sus puertas, mañana saldrán los que han de servir al pueblo. No solo los conocimientos antiguos de "la tinta negra y roja", no solamente las matemáticas y la mecánica celeste bastan para servir al pueblo, acaso lo más importante es la piedra preciosa que cada uno de ustedes debe pulir en su interior. La virtud es la que trasciende el conocimiento; porque la ciencia sin sabiduría nos conduce a la destrucción... a la muerte. Por ello su responsabilidad es doble y absoluta. Tienen que profundizar en la sabiduría de los Viejos Abuelos y al mismo tiempo florecer su corazón. Cuando estas dos cosas se hagan una sola en su interior, solo entonces podrán aspirar a ser "el corazón del pueblo", el esperado fruto florecido.
A partir de ese día la vida de Águila Nocturna cobró mayor intensidad, el bienestar iba en aumento, la institución era lo que el espíritu de Águila Nocturna necesitaba, los muros de aquél recinto lo reconocían como parte de ellos.