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trece, lo que permite que ningún día se repita con un número en 260 veces.

Así fue que, Los Viejos Abuelos nos han heredado tres formas de medir el mismo tiempo, sólo que para cosas diferentes. La primera cuenta de 365 días nos sirve para conocer el ciclo de las siembras y las fiestas para venerar a las diferentes advocaciones en que se manifiesta “Aquél por quien se vive”, el que no tienen nombre, ni forma, ni se ve ni se toca. La segunda cuenta de 52 años, nos sirve para medir los grandes ciclos y nombrar a lo años. La tercera cuenta de 260 días, nos sirve para conocer el destino de los seres humanos. Así es, como Los Viejos Abuelos nos han legado su sabiduría, que viene fundamentalmente de la observación milenaria de la mecánica celeste y la naturaleza. Bástenos entonces ser atentos observadores, para acercarnos a los misterios de Los Viejos Abuelos". Finalizó diciendo Espejo Humeante.

Una mañana como todas, al sonar los caracoles marinos los jóvenes despertaron. En breves momentos el dormitorio estaba en movimiento, cada quien sabía lo que tenía que hacer, solamente un petate seguía extendido.

Venado de la Aurora había pasado una noche con altas temperaturas, pero no había querido molestar a nadie. Ahora yacía profundamente dormido. Inmediatamente los jóvenes llamaron a los instructores como era común en estos casos, el joven fue separado de los demás y llevado a una habitación especial de dimensiones regulares en donde había cuatro bases de madera para los petates y en el fondo un bellísimo altar donde estaban algunas de las representaciones de la Divinidad Suprema. Permanentemente había flores y se quemaba incienso. Más tarde llegó el Hombre Búho, para sanar a Venado de la Aurora. Sacó de su morral extrañas hierbas y resinas que puso a quemar con el incienso. Le pidió a Águila Nocturna, que hasta el momento no se había separado de su primo, que los dejara a solas en la habitación. Pasaron un tiempo largo, hasta que salió el Hombre Búho.

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