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El primer calendario que nos legaron los Viejos Abuelos, consta de 18 meses con 20 días cada mes; de modo que 18 por 20, resultan 360 días, más los 5 días inciertos que siempre tiene cada año, nos dan un total de 365 días. Cada mes se divide en cuatro grupos de cinco días, siendo el quinto, el dedicado al mercado.

Asimismo, en el año celebramos a 16 advocaciones diferentes de “Aquél por quien se vive”, en 16 meses de 20 días cada uno; y en dos meses de 20 días, celebramos 4 advocaciones de 10 días de duración cada uno, haciendo un total de 20 celebraciones de advocaciones en 18 meses; otra vez, 20 por 18 igual a 360 días.

Cada mes a su vez, tiene un significado muy antiguo que nos lo dejó dicho los Viejos Abuelos. El primer mes se dedica a El Señor del Agua y en él se le reza para que nos colme con la lluvia para las siembras. El segundo mes está asignado al Señor del Descarnado, motiva a pensar en la necesidad de desprender de nuestro espíritu, todas aquellas partículas materiales que lo condenan a la corrupción y con ello a la muerte. El tercer mes se le ofrenda a las primeras flores del año y se lleva a los enfermos a que los limpien de malas energías. El cuarto mes se le brinda al Divinidad del Maíz y de todo nuestro sustento. El quinto mes se dedica a la Educación, al tallado de la piedra preciosa, que todos llevamos dentro. El sexto mes se destina a la unidad familiar y a pedir nuevamente las lluvias. El séptimo mes se adjudica a las mujeres, especialmente a las abuelitas y a las mujeres embarazadas, así como a la advocación de la divinidad representada en la sal. El octavo mes se dedica a la Deidad de las Mazorcas de Maíz tierno, en este mes se le aprovisiona de comida a los más pobres y necesitados. El noveno mes se rinde culto al Colibrí Zurdo, como invocación a la guerra interna que todos debemos enfrentar, para vencer nuestras debilidades. El décimo mes se dedica a la Divinidad del Fuego Interno, que es la energía más antigua, que todos llevamos dentro y que mueve al mundo. El undécimo mes se ofrece a Nuestra Abuela, nuestra herencia, nuestra tradición. El duodécimo mes se dedica a la llegada de todos las Divinidades en que se nos presenta “Aquél por quien se vive”. El decimotercer mes es para la fiesta del

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