El ambiente era húmedo y caluroso. La cruz subterránea tenía su propia energía, de hecho era un ser vivo con su propia consciencia y que había sido construida en la remota antigüedad, para curar y purificar a los seres humanos.
La tierra posee ciertas energías que estimulan para bien y para mal a los seres humanos. Los Viejos Abuelos toltecas, desde tiempos inmemoriales, enseñaron a los seres humanos a utilizar estas energías para equilibrar y desarrollar las propias.
Águila Nocturna a pesar de tener que estar cuarenta días, apuntando a los cuatro rumbos de la existencia, haría su viaje en tres partes, este es el misterio de cómo el cuatro se transforma en tres.
La primera confrontación se daba en el terreno racional y se desembocaba en la parte material de la existencia. Por más agudas y desarrolladas que se tengan las ideas, el pensamiento se estrella en el mundo de la materia, pues a final de cuentas estamos frente a un universo de campos energéticos y la racionalidad, no es más que un acuerdo de cómo interpretar estos campos.
El ser humano se refugia pensando que vive en un mundo material y que le rodean objetos, desde un árbol hasta la luna, pero esos objetos no son más que cargas energéticas, percibidas como objetos por nuestra razón, quien ajusta así la realidad, para delimitar su mundo y hacer más segura la existencia, en los parámetros de su racionalidad.
La segunda confrontación se da, cuando el hombre se pierde en los terrenos de la materia, en donde la racionalidad ha quedado muy atrás. La materia es energía, la energía está en permanente movimiento y transformación; y los campos energéticos son inconmensurables. Cuando el ser humano intenta alejarse de los limites conocidos, inmediatamente se da cuenta que está rodeado por lo infinito e innombrable, lo desconocido. Apenas termina el campo seguro de la racionalidad y la materia, el hombre cae en los abismos desconocidos de lo irracional. El mundo desconocido y de la