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flexionadas sobre las rodillas; caminaban ligeros y rápidos, por las veredas zigzagueante. El guerrero aprendió muy pronto a llevar la respiración correcta y a dejar de pensar, para fundirse en el espíritu del equipo. Los Viejos Abuelos habían enseñado a la Hermandad todas las técnicas para lograr su difícil misión. Entre ellas, era el canto de camino; un número de canciones de poder, que hacían que los transportadores se integrarán más como equipo. Antiquísimas canciones que eran entonadas con mucha alegría y pasión. Estas canciones se utilizaban cuando el cansancio o lo peligroso de un trayecto, requería que la energía se reconstituyera o se fortaleciera el ánimo. Estos formidables cantos se escuchaban por los caminos como la voz de un solo organismo, vigorosa y sonora; alejando a los enemigos, fueran estos seres humanos, animales o espíritus malignos.

El guerrero pronto aprendió que la seguridad del equipo, radicaba en la eficiencia en que cada uno de los integrantes cumpliera su función individual. El equipo solo funcionaba, si cada uno de los integrantes, cedía una parte de su individualidad y se integraba al todo del equipo; obedeciendo estrictamente al responsable, a la cabeza. Para ello, se requería a lo largo del tiempo, desarrollar una absoluta confianza entre si y todos con la cabeza.

Las jornadas eran de sol a sol. Iniciaban antes de que saliera el sol, con una ceremonia de pedimento al Señor y Señora de los Caminos, bosques y animales. Se les pedía el libre paso sin ser dañados y sin dañar a nadie. Acto seguido, se quemaba copal y se enterraba una pequeña ofrenda en la tierra. La otra ceremonia se hacía en la noche, donde se daba las gracias por la bienaventuranza del camino.

El equipo solo descansaba un poco después de los alimentos del medio día. Las jornadas eran intensas. Una de las funciones del puntero o lengua de víbora, era adelantarse al grupo a medio día y por la tarde, para seleccionar el lugar más propicio para comer y dormir.

Cierto día, que Águila Nocturna, estaba haciendo su guardia nocturna, envuelto en su manta de algodón y caminando en torno a la fogata. Observaba como los ojos de animales y de las entidades

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