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muy parecidas a las que vio en los edificios de la Ciudad de los Muertos.

En conjunto, la cámara era una verdadera obra maestra, nunca antes, en toda su vida, había contemplado una proeza humana sobre la materia, como este majestuoso recinto. La cámara estaba construida en el centro de una descomunal roca de extremada dureza, a tal punto que parecía que toda estaba completamente pulida. Todo lo que ahí estaba esculpido, desde la misma oquedad de la cámara, hasta los animales, estaba labrado en la misma roca; los colores de la roca y la luz que entraba por la extraña abertura, a cada momento modificaban la atmósfera del lugar, dando la impresión, que la gigantesca roca estaba viva, que la cámara era sus entrañas y la luz su alimento.

Águila Nocturna se dio cuenta que las garras, los colmillos y los ojos de las águilas, la serpiente y el jaguar, eran incrustaciones en cuarzo, y que emitían o reflejaban la luz de una manera, que daba la sensación de que tenían vida propia.

Al lado de la serpiente, encontró un inciensario, copal y madera para hacer fuego; unos recipientes con pintura de diferentes colores. Sin pensarlo quemo copal y se sentó frente a las pinturas y se puso a entonar una canción en tono grave, que habla de un guerrero que se prepara para la última batalla de su vida. Al mismo tiempo, inició con mucho cuidado, el decorado de todo su cuerpo. Los diseños estaban inspirados en las grecas de la cámara. Él sabía que las grecas tenían poder y su cuerpo debía estar protegido para la batalla de poder que iba a librar. Cuando terminó, se acostó en frente de la serpiente y se quedó dormido.

Cuando despertó se dio cuenta que ya no entraba la luz con intensidad por el tiro que llegaba a la superficie, pero que sin embargo la cámara estaba mejor iluminada. Observó entonces que en la luz había partículas diminutas, como pequeñitos filamentos que tenían luz y conciencia propia. Asombrosamente podía diferenciar a la luz de estos filamentos luminosos, que exudaban conciencia; y cuando vio su

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