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acceso a la cancha era por el lado Norte, a través de unas gradas. Las paredes laterales del rectángulo mayor, tenían una inclinación con respecto a la vertical, del centro hacia afuera de manera perpendicular y partían de adentro hacia afuera, estucadas para permitir el mejor rebote de la pelota sobre la superficie totalmente plana. En las cuatro esquinas existía sendos nichos en donde se depositaban, unas piedras muy extrañas, herencia de Los Viejos Abuelos toltecas, estas piedras emitían energía que creaba un campo energético con características muy especiales, que propiciaban el desarrollo de las fuerzas que ahí entraban en acción.

Cuando inició el juego, Águila Nocturna estaba maravillado por la energía, fuerza y agilidad de su Maestro. Con el penacho y las protecciones de cuero de venado y caparacho de armadillo, que llevaba puesto su Maestro, en hombros , antebrazos y cadera, parecía un joven guerrero igual que Águila Nocturna, acaso la única diferencia era la mayor experiencia y velocidad que tenía Serpiente de Estrellas.

La partida se empezó a alargar. Los adversarios se mantenían implacables el uno del otro, tal vez el Maestro tenía una ligera ventaja sobre su alumno, pues Águila Nocturna no daba crédito de la capacidad de su Maestro.

Pasaron las horas y el sol se hundía en el reino del Señor y La Señora de la Muerte. El resplandor rojizo de la tarde permitía ver un poco a los jugadores. Águila Nocturna dejó entonces el control a su cuerpo y se entregó por los ojos a la pelota. Tal vez era media noche, cuando Águila Nocturna volvió a su mente y se dio cuenta que la cancha estaba completamente obscura. Extrañamente percibía perfectamente todo, la pelota tenía un brillo opaco. La luz que producían su Maestro y él, iluminaban la cancha. Sin embargo los dos anillos de piedra de los muros, se habían convertido en dos círculos iridiscentes, en donde la energía giraba a grandes velocidades, produciendo una gama indescriptible de colores.

Águila Nocturna primero se dio cuenta que estaba totalmente concentrado en el movimiento de la pelota, pero no con su mente, sino

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