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Un pariente llevaba una lista de toda la ayuda recibida. Porque la costumbre era que cuando los amigos o parientes tuvieran otro "compromiso" con el pueblo, debido a un nacimiento, un bautizo, un casamiento, la construcción de una casa o una muerte; Garra de Jaguar tendría que cooperar, con un poco más de lo recibido. De esta manera los hombres aprendían desde muy pequeños, que la solidaridad y la fraternidad, era la liga que unía a los seres humanos desde el nacimiento hasta la muerte.

Así el día elegido por los hombres sabios de los libros para bautizar a Águila Nocturna, se reunieron los amigos y parientes en casa de los nuevos padres antes de que naciera el Sol. La partera era la encargada de la ceremonia, que comenzó cuando tomó al niño entre sus brazos y se dirigió hacia el Oriente diciendo:

—"Oh Águila oh jaguar, oh valiente hombre, nieto mío; haz llegado a este mundo, te ha enviado tu padre tu madre, el gran señor la gran señora. Tú fuiste creado y engendrado en tu casa, que es el lugar de los dioses supremos, del gran señor y de la gran señora que están en los nueve cielos; ellos te dieron la oportunidad de venir y aquel por quien se vive lo ordenó; el señor del agua te dio la vida, el señor del viento te dio el soplo divino."

Después de decir estas palabras, la partera le da de beber agua al niño, mojando sus dedos en el agua y poniéndoselos en su boquita; para entonces decir:

—"Toma queridísimo hijo nuestro, recibe, ve aquí con qué has de vivir sobre la tierra, para que crezcas y reverdezcas; esta agua, sagrada esencia de la vida, es por quien tenemos la vida y por ella recibimos las cosas necesarias, para poder vivir sobre la tierra ¡recíbela!"

Todo mundo estaba callado, sólo se escuchaba el monótono sonido del gran tambor y los cascabeles de hueso de fraile, que acompañaban rítmica y solemnemente a la voz de la anciana partera.

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