Página:Daany Beédxe.djvu/111

Esta página ha sido corregida

Nunca en su vida, había estado en un lugar en que la oscuridad fuera total. Pasaron las horas y el joven quedó profundamente dormido. Cuando despertó, por un instante, no recordaba en donde estaba y por más que abría los ojos, no veía absolutamente nada. Primero pensó que había muerto, inmediatamente después, que estaba ciego y finalmente recordó donde estaba.

Después de algunas horas, empezaron a venir a su mente muchas imágenes de su vida. Primero trató de detenerlas, pero después recordó lo que un día le dijo Espejo Humeante al respecto "Cuando quieras que algo desaparezca, deja que se expanda" así dejó sin objeción, que las imágenes corrieran vertiginosa por su mente hasta quedar dormido.

El tiempo se extendía "sin tiempo", Águila Nocturna empezaba a sentirse inquieto. La oscuridad total, lograba la pérdida del equilibrio físico y emocional. Otro factor empezó a ser el hambre. El muchacho se refugió en el sueño, pero después de un tiempo, ya no sabía si estaba soñando o estaba despierto.

Tal vez habían pasado cuatro o cinco días, cuando Águila Nocturna fue despertado por un pavoroso grito, que desgarró el mortal silencio y que le heló la sangre completamente; instantes después el grito tomó la potencia de un aullido, como de un lobo o el rugido intenso de un jaguar. De momento quiso salir corriendo, pero se detuvo y puso atención al extraño ruido, que se convirtió en un jadeo y a veces en un resoplido. El momento era de pánico, Águila Nocturna sentía la presencia de una inmensa fiera, podía olor su fétido aliento y sentir la tibieza de su vaho. El muchacho estrechó sus piernas dobladas contra su pecho y con sus manos se cubrió la cabeza esperando el ataque de la bestia. Paso el tiempo, no sabía exactamente si había sido unos minutos o unas horas, la espera fue interminable. La amenaza de la fiera se fue disipando lentamente como un pensamiento.

En otra ocasión, estaba tratando de detener su diálogo interno, cuando escuchó a la lejanía una avenida de agua, que violentamente se acercaba. Pensó que debería estar en el lecho de un río

111