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FIALHO D'ALMEI?DA

menguante, simbólico y triste, se fuese a sumir por detrás de cabezos solitarios, revestidos de pinares sin término... Y él abandonado allí, mientras escurridos de la tienda como rateros, los otros andaban gozan- do por la ciudad, hacía por dormir sin poder... La puerta de la tienda había quedado entornada, para cuando los señores entrasen... ¡Qué triste ser pobre- cito y desgraciado!...

En tres años de motilear (1), apenas había ganado para comer. Y tenía ya verguenza de versemugriento por el almacén; y al llevar a los clientes de respeto, en el gran cesto de la tienda, las mercancías encar- gadas, quedábase avergonzado y trémulo antes de llamar a la puerta, temeroso de que lo expulsasen, escupiesen de asco al verlo, y le reprendiesen por los desgarrones de la camisa, por los calzones de pana grasienta, tan cortos que se le veían las cani- jlas, azotados por la orla de cuero de los zapatones monsañeses... Dos veces o tres, ya de madrugada, le quiso pareter que andaba gente por el almacén... Aún llegó a levantarse de la cama... Buscó los fósfo- ros, se le habían olvidado en la cocina. Y poniendo el oído a la escucha, sólo advirtió que las cucarachas roían en los paquetesdel macarrón o porel suelo arras- trando papeles, y armaban las correrías de todas las noches... Además íbale entorpeciendo la modorra de

(1) Empleo aquí este verbo perfectamente castellano aunque no lo admita el Diccionario de la Academia (142 Edición-1914) en el sentido de servir de motil, andar en esos menesteres. Molil o mochil es—dice el Diccionario—criadito que sirve a los la- bradores. ¡Y a los marineros! —añado yo.—NV. del 7.

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