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gracia infinita, saltos de pequeña fiera, contracciones bruscas de trozos musculares, desperezamientos de desafío y vagas ternuras de esperanza... Y esa esce- na de tentación que primero había pasado inadver- tida al pastor,ibaahora despertando en él minuciosas atenciones y complicadas ideas... Con ojos ávidos se- guía el juego tenaz de la novilla, que se ponía más di- fícil a medida que la rabia del macho iba creciendo "creciendo y creciendo... Y un alborozo interior le acudía en remolino, haciéndole golpear las sienes y poniéndole la saliva espesa. No era Rosario la ima- gen con quien ¿l mentalmente reproducía la escena que estaba viendo... Delante de la muchachita, sus audacias de hombre quebrábanse, y sus rabias de novillo mordían el freno de una virginidad montañe- sa y feroz que los había defendido a ambos de la culpa... Era, sí, una hembra medio mujer, medio va- ca, estructura toda animal, “harmónica con su brutal instinto de pastor, capaz de sentir e incapaz de pen- sar; vida rudimentaria en cuerpo de redondeces du- ras y contactos bovinos, impuesta por las fatalida- des de la procreación... Rosario, que se contraía ba- jo la descarga de rojas centellas que saltaban de los ojos de él, dilatados en cólera bajo las cejas tembio- rosas, tuvo un miedo álgido que la invadió toda... Y al mismo tiempo, del fondo de su ser y del corazón de las más diminutas regiones de su cuerpo, un ardor, una angustia, una incoherencia de goces in- natos, subíanle a la epidermis, ensanchándose, chis- peando, ocultando sus fulminantes vibraciones bajo la máscara de la tranquila actitud que adoptara...

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