Página:DAlmeida Ciudad del Vicio.djvu/242

Esta página no ha sido corregida

FIALHOD”ALMEIDA

negritos vertían desde lo alto, rojo del color de tie- rra, en bellas ánforas labradas de mascarones y re- lieves. Gritábanle muchos:

—¡Deja probar, oh reinante!...

Y vengan risotadas en la multitud...

Las barcazas llevaban a quien hubiera querido en- trar en ellas; gente de azar, gente de trabajo, mal ves- tida y grosera. Menelao, con su túnica de lino, en me- dio de los ministros, con su barriga prominente y amplia, donde las puntas de sus dedos apenas podían: cruzarse, figuraba así, coronado de verde, de estas. gallinas crudas, expuestas en las easas de comidas sobre ramilletes de salsa: y en la popa del trirreme un menestral repetíale las propias composiciones...

Venían de camino por esta y aquella aldea y más gentío en lanchones llegaba a engrosar la escua- drilla.

—Padre, —decían pequeñuelos de nariz respinga- da y faz de cobre—el rey se suena a las mangas co- mo la gente.

Mujeronas de greña revuelta, piernas desnudas, velludas, pasmábanse de que el Rey no fuese de ba- rro, como los ídolos de la parroquia...

Y evaporado el encanto comenzaban las desilusio- nes; hasta que atracaron a un desembarcadero pinto- resce donde colonias de algas tendían hacia la roca suplicantes manos de azotadas; y la turba, aullando,. cantando, blandiendo mazas, agitando las plumas de avestruz de los sayones, haciendo tintinear bra- zaletes de bronce en los miembros y collares de- dientes de los enemigos vencidos en singular cóm-

— 242 — A