lA CIUDAD DEL VvVI1CI10
—¿Cómo es que un hombre de tu temple es fátil como una mujer?
El viejo se ruborizó bajo la afrenta y dijo:
—¡Ingrato!...
Y salió. Pero al día siguiente recibía la camisa ensangrentada en la sangre real...
Ese trofeo de infamia fué encerrado en un cofre labrado en cuya tapa una inscripción latina conme- moraba el hecho en una solemnidad de estilo que se hinchaba muy anglicanamente en versículos de la Biblia. Y en las edades sucesivas la descendencia del verdugo tuvo la veneración de Inglaterra, en ra- zón del despojo guardado en el cofre de oro precioso, Fué esta veneración la que más tarde hizo sentarse a un nieto del excéntrico sicario de Cronwell en la Cámara Alta y escupió sobre el uniforme ducal que le vistiera una lista general de condecoraciones y cru» ces (1). En breve Lord Wite, Duque de Clifton, y re-
(1) Fialho d'Almeida usa la palabra atrancesada de crachás (erachat en fr.) y con ella hace un juego de vocablos. La frase ín- tegra es asi: «Cuspiu na farda ducal que [ho vestira uma listagensral de eondecoracoes e crachás.» (Escupió sobre el unitorme ducal que le vistiera una lista general de condecoraciones y erachas,) Crachat en francés significa indistintamente condecoración o placa de una gran cruz, y salivazo o esputo, pero en castellano no se conser- va esa significación y claro es que no puede tener sentido tal juego de vocablos. Crachat es usado en francés en lengua- je popular y el empleo de esa palabra sucia en lenguaje poé- tico, autorizado por V. Hugo que dice en una estrofa que las estrellas son «les erachats de Dieu» indignaba mucho a los crí- ticos puristas, y en nuestra patria a don Juan Valera. (Vid. Carias americanas, primera serie; estudio sobre el libro 4zu/ de Ruben Darío; no tengo a mano ahora la edición para confrontar el volumen y cito de memoria, sobre recuerdos.) Fialho hubiera incurrido en las cóleras olímpicas de don Juan Valera. —N. del T.
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