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LA CTUDADODELVICIO

de la vieja Lisboa... Un libro suyo, de los más inte- resantes, tiene un título que es característico de su temperamento, A Esquina, como representación del espíritu holgazán y callejero que era el autor... Y es- te libro fué precisamente publicado después de diez años de holganza, que habían transcurrido desde la publicación de los últimos fascículos de Os Ga- TOS, la revista satírica similar a As FarPAs; diez años de retiro y silencio literario en el natal Alemtejo...

Así se explica que Fialho haya dejado una obra inferior en cantidad a la de cualquiera de sus con- temporáneos; y que en sus treinta y cinco años de producción literaria solo haya publicado menos de una docena de libros... Cuando tenía que esforzarse por ganar el sustento con la pluma, hubo de ser for- zosamente más fecundo y pródigo; en cuanto Dios, por conducto de su esposa, le proporcionó ocios ri- cachones en su heredad vasta y frondosa de Cuba (Alemtejo) Fialho se abandonó a su natural propen- sión. Juan Pablo Richter, el humorista alemán, decía que la pereza era el estado natural del hombre; por lo menos era el estado natural de Fialho.

Casó Fialho, en su madurez casi crepuscular, con una prima rica que había consumido su vida espe- rándole soltera; y zuego volvía de cuando en cuando por Lisboa «a deslumbrar» con un nuevo y ho- rrible traje. Raul Brandao, que nos cuenta esto, nos añade que no era ese el Fialho verdadero, sino otro extraño tipo intratable y pobre, el pelo ralo yla enor- me boca llena de sarcasmos: ¡Qué bien lo dice Raul Brandao en una de las más bellas páginas de sus Me-

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